El fantasma del hambre

Alarmantes son los informes de organismos especializados sobre la producción de alimentos para alimentar a más de mil millones de hambrientos en el mundo, 53 millones de los cuales están en América Latina y El Caribe.

De acuerdo a estimaciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), las reservas mundiales de cereales tocarán fondo en este año con tan solo 405 millones de toneladas por lo que insta a los países ricos e instituciones financieras internacionales a incrementar sus ayudas de modo que se dirijan hacia quienes dependen de ellas para no morir.

Este mismo informe dice que se requieren de entre 1.200 y 1.700 millones de dólares de fondos adicionales para paliar la situación y evitar una debacle de catastróficas dimensiones.

De este número, 53 millones es la población de América Latina y el Caribe que tiene hambre, lo que significa el regreso a los niveles de subnutrición existentes a principios de la década de los noventas.

En previsión de este negro vaticinio, el gobierno de la China Popular anunció la inversión de 1.500 millones de dólares para cultivar alimentos en 330.000 hectáreas en la provincia de Río Negro, en Argentina.

El convenio añade que la producción de alimentos será comprada por la China en los próximos 20 años.

Además la China anunció que el proyecto forma parte de un plan estratégico que busca erradicar el hambre, producir más alimentos y de mayor calidad para lo cual se realizan negociaciones también con Brasil, África y otros países.

Se trata entonces de un proyecto de grandes dimensiones pensando en el futuro inmediato con el objetivo de evitar el hambre del pueblo chino.

En Bolivia existen grandes extensiones de terreno que bien podrían ser aprovechadas para cultivar los alimentos que los bolivianos necesitaremos en adelante.

Es sabido, por ejemplo, que en el Altiplano existe agua a poca profundidad y que sus suelos son aptos para el cultivo de varios productos, entre ellos, el trigo.

Será positivo que el gobierno nacional y los regionales asuman el reto de efectuar estudios serios para utilizar nuestra geografía para sembrar alimentos y evitar el hambre de nosotros y porque no, de ciudadanos de otros países. Con una política seria Bolivia puede ser autosuficiente en materia de seguridad alimentaria.

Fuente: LA PATRIA