Lunes 29 de agosto de 2011
ver hoy
“El poder político destruye la consciencia humana”, reza uno de “los principios” que implícitamente rige la vida de la llamada “clase política”, no sólo en Bolivia, y, “por las responsabilidades” que asume, se la muestra como la más indefensa frente a los males que ha creado el ser humano en el curso del desarrollo de su vida y su evolución y, por lo tanto, los ejercita en cada momento del ejercicio de la administración del Estado. Se trata de la soberbia, la mentira, la intriga y, todo ello, por la desmedida ambición que enceguece y no tolera la presencia de aquellas virtudes que son la base sobre las cuales se construyó la fe.
Este ejercicio se hace evidente en la presente coyuntura, cuyo escenario muestra a los pueblos indígenas de las tierras bajas del oriente que marchan con destino a la sede del Gobierno, con el compromiso de defender su territorio, si es posible, a costa de su propia vida y sin medir el sacrificio que demanda un extremo esfuerzo, especialmente, de niños, mujeres y ancianos, en medio del insensible comportamiento del poder político.
