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Domingo 28 de agosto de 2011

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Revista Dominical

Tímido comentario sobre “Cuentos de la mina”, de Víctor Montoya

28 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Práxides Hidalgo Martínez

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Cada uno de nosotros vive sus miedos, sus temores, sus sueños, que se convierten, en algunos casos, en el hilo conductor de nuestras creencias, pues queriendo escapar o hincarnos en ellos, creamos mitos, leyendas, tradiciones que no son nada más que las manifestaciones de ese lado escondido, o talvez oscuro, que tenemos los seres humanos o, a hechos que a la luz de la razón resultan inexplicables, les encontramos explicación en nuestra fantasía, en nuestro mundo imaginario, que casi siempre son de inspiración colectiva, por eso nuestros pueblos son ricas vetas de lo real maravilloso, mezcla de ficción y realidad, que de tanto ser repetidas parece que cobraran sello de realidad y se convirtieran en el patrimonio del imaginario popular.

Los personajes presentes en las líneas nacidas de la pluma y creación de Víctor Montoya son tan familiares para quienes hemos bebido de la fuente de nuestro folklore, de nuestra literatura, de nuestras minas que han dado lugar a tanta riqueza literaria, pues siempre el encanto, la magia y los desafíos que encierran han sido motivo de inspiración para poetas, narradores, historiadores, etc. Por lo tanto, para un compatriota que ha tenido que dejar suelo patrio, con mayor razón, pues escribir sobre lo nuestro es seguir atado a lo que somos, a quienes somos, pues la cosmovisión la portamos donde vayamos.

Personajes como la Viuda, la K’achachola, el Tío, el Lamero, el Juku, la Chinasupay, con tantas particularidades, han generado una serie de relatos que tienen ya su significación dentro de toda la literatura fantástica, pero varían en su tratamiento de acuerdo a quién y cómo los relata. Es cierto que los argumentos de estas historias los hemos debido conocer mediante la tradición oral, cuando nos reuníamos en grupos y, atraídos por las narraciones de terror, repetíamos lo que nos contaron nuestros antepasados, mas el mérito de Víctor está en el marco narrativo que ha creado, logrando una fusión entre narrador, personajes, temas y la polifonía de las voces, puesto que no únicamente es la voz del narrador, sino son las voces de todos, ¿acaso no son nuestros también los relatos que tan generosamente nos entrega Víctor?, que gracias a la capacidad de re-creación que tiene, más el poder que ejerce él sobre las palabras y ellas sobre él, ha logrado una verdadera creación literaria.

Encontramos en “Los cuentos de la mina”, de Víctor Montoya, a Víctor con toda la fuerza telúrica que une al hombre y a la naturaleza, pues al recorrer sus páginas estaba presente el narrador oral, a la manera seguramente de los aedas de la cultura griega que testimoniaban sus fabulosas narraciones, ya que pone en la voz el énfasis necesario para llegar a su audiencia, de acuerdo al sentido que tiene cada frase, aunque resulte paradójico, pues es la lengua escrita que ha sido el canal que se ha utilizado.

Pero, no sólo está la habilidad del narrador, sino también la del paisajista, la del delineador, debido a que las descripciones donde se sitúan las escenas están muy bien encajonadas, lo mismo que los personajes y sus diálogos, creando de esta manera un verdadero encuentro entre el escritor y el lector, fin último de la creación literaria.

Sumados a estos personajes emblemáticos, de todo lo que representan las minas y su laboreo, están también los conflictos que se viven en el interior y exterior del trabajo minero, así como en el interior de las personas que con maestría psicológica las describe el autor.

El libro de Víctor Montoya, nos retrata un Tío en todas sus facetas, no sólo como el símbolo del poder subterráneo y que tiene maniatados por el miedo a sus súbditos, los mineros, sino también un Tío aventurero, enamoradizo, vengativo, burlón y hasta humorístico. Sólo una persona que tiene amplio conocimiento sobre la representación de este personaje enraizado en el interior de las minas puede precisar con tanta exactitud el simbolismo del mismo.

Seguramente tanto impresionó este personaje a nuestro autor que le ha llevado a escribir su propia representación ante aquel, entronizada en un sueño, que quizás no es nada más que el lazo que une a Víctor con esta tierra maravillosa, llena de magia, que sigue siendo el filón para la creación literaria y cuyo fin nunca llegará.

(*) Escritora, doctora en Derecho y vicepresidenta de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro (UNPE). Fue docente de lenguaje y literatura.

Fuente: LA PATRIA
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