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Domingo 28 de agosto de 2011

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Revista Dominical

“Todos somos importantes en la vida”

José Salas, un artesano de lujo

28 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

Taller “El Monolito” 75 años testimoniando facetas históricas y artísticas • Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA • Fotos: Reynaldo Bellota Gamboa

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Un católico, muy devoto de la Virgen del Socavón, es Don José Salas Terrazas, artesano en metales que por décadas conserva un negocio familiar, como es el Taller de Repujado Artístico “El Monolito”, con seguridad está catalogado como un artesano de lujo, pues sus manos labraron joyas de diversos rubros para satisfacer los gustos más exigentes.

El taller “El Monolito”, muy conocido en Oruro, para el encargo de obras de importancia, ante todo para adornar los retablos de diferentes templos o imágenes religiosas, además de plaquetas de distinción, regalos especiales y únicos, además de otras obras que con creatividad las plasma en láminas de peltre a partir de diseños por encargos exclusivos.

“Mi ventaja está en el diseño, soy bastante detallista en el dibujo y esto les gusta a quienes encargan sus trabajos. Debo ser responsable, puntal y entregar un trabajo de calidad, porque ellos me dan de comer”, destaca Salas, el artesano de 71 años que con orgullo relata el inicio de sus pasos en éste oficio.

Su padre, Don Justo Salas Trino, un hábil artesano y muy requerido en los años 30 del siglo pasado, fue quien guió sus pasos en éste oficio, a partir de la instalación de un primer taller en calle Potosí, entre la Adolfo Mier y Junín, años más tarde, en 1936, se bautiza el negocio como joyería “El Monolito” y se instala en la calla Soria Galvarro, casi esquina Caro y desde 1970 a la fecha la creatividad artesanal y con calidad se aprecia en el taller de repujado a cargo de Don José, situado en la calle Cochabamba entre Soria Galvarro y 6 de Octubre.

“Todos somos importantes en la vida”, dice y confiesa que si bien sus padres don Justo Salas y Ángela Terrazas Cuevas, no pudieron encaminar a sus hijos Antonia, Ricarda, José, Justo, Guillermo, David, Simón y Yolanda, en la formación profesional, supieron inculcarles los valores morales y ante todo la disciplina y responsabilidad del taller “eso debo agradecerles grandemente, somos útiles a la sociedad. Nuestras obras ahora están en manos importantes. De las manos de mi padre nacieron anillos, filigranas para gente importante”, recuerda con orgullo.

“Los artesanos trabajamos con las manos sucias, pero la conciencia tranquila”, enfatiza y describe que su trabajo es dar forma y plasmar imágenes en las láminas de peltre desplazando sobre ellas los punzones a los que él denomina “los pinceles de acero”.

En el afán de mejorar su trabajo, asegura que corresponde reconocer el aporte del joyero, Luis Reynosa que en 1969 ofreció un curso sobre repujados, quien destacó la calidad del dibujo de Salas.

“PORQUÉ EL MONOLITO”

Al ingresar a la tienda donde se exponen los trabajos en repujado, a primer golpe de vista se encuentra un monolito de impresionante tamaño trabajado en arcilla, cuya tenencia como patrimonio de la familia Salas, es bastante interesante y nace a partir del recorrido que realizaba un volquete para recoger la basura de la ciudad.

El vehículo era conducido por un señor de nombre Isidro y le decían el “k’opero”, derivado de k’opa (basura), quien recogió el monolito y lo llevó a un local de su propiedad donde se consumían platos tradicionales y los comensales además se dedicaban a beber chica, lugar que también era visitado por su padre Don Justo Salas, para practicar algunos juegos de mesa y algo de música, quien le “había puesto los ojos” al monolito y transó su compra; desde aquella vez la reliquia forma parte del decorado de éste taller.

“Antes inspiraba miedo, pues mi padre había adornado los ojos del monolito con papel celofán y con luces que se prendían y apagaban, pero ahora lo mantenemos de su manera natural”, comenta.

MINIATURISTA

La habilidad traducida en arte a través de las manos de Don José, también supo plasmar creaciones detalladas e incomparables en miniaturas con dimensiones no superiores a un centímetro para adornar los relojes, la mayor parte de la afamada marca Ojiva, tradicionales de los caballeros de antaño.

“Con esto de la miniatura he viajado bastante, estuve por Perú, Chile, Brasil, haciendo estos diseños, pintaba en los relojes, viajaba con un maletín y de ahí nacía todo”, comenta. Entre sus diminutas creaciones están el escudo de Bolivia, caretas de diablos, imágenes religiosas, la insignia del Colegio Alemán y otros a requerimiento de sus clientes.

Por día pintaba hasta 10 relojes, uno cada media hora. Ahora como prueba y recuerdo conserva una preciada colección de sus pequeñas obras.

La calidad en las obras, habilitad y responsabilidad transmitidas por su padre hizo también que su hermano, también de nombre Justo y que vive en La Paz, se convierta en el joyero oficial del Palacio de Gobierno, pues a él se le encomiendan los más exigentes trabajos en la elaboración de las preseas de todos los mandatarios de Bolivia.

ORGULLO

Don José, se considera entre los primeros y hasta el primer repujador en Bolivia, y con orgullo cuenta que por encargo del Gral. Hugo Bánzer, durante su gestión de gobierno, elaboró cuadros incorporando el retrato del Presidente y justo al lado de dicha obra nos enseña otra que incluye el rostro del actual Primer Mandatario, Evo Morales Ayma, obras que las trabaja por encargo de diferentes instituciones y organizaciones que quieren perpetuar a través del repujado en metales, el rostro de Morales.

Por otra parte, mostrando una secuencia de fotografías, Don José se precia de ser uno de los impulsores que sugirió a los custodios del Santuario del Socavón que la imagen de la Virgen del Socavón luzca ante sus devotos como originalmente fue pintada y no cubierta de ropa y luciendo una peluca. “Vi cómo la imagen estaba totalmente dañada, la habían perforado con clavos, estaba rayada, entonces correspondía su restauración”, dijo.

Luego en 1984 como ofrenda entregó al Santuario un retablo para adornar el altar de la virgen. Su trabajo fue expuesto como parte del lugar sagrado durante 10 años e incluso la imagen fue tomada en cuenta para su impresión en los billetes de 5 bolivianos de aquella época.

Él es el creador de otras obras para engalanar altares como el de la Virgen de la Asunta en el Templo de la Catedral, en Chiripugio, otra obra se luce en el templo del Espíritu Santo y también por encargo de los devotos del Señor de Cala Cala, labró un resplandor para adorar al Cristo Crucificado al que veneran miles de hombres y mujeres.

APORTE

Otro de los aportes de José Salas, junto a su hijo Miguel, es la investigación sobre el escudo original de Oruro, (1986 al 2006) para llegar a establecer un único diseño que identifique al departamento, frente a la serie de distorsiones advertidas precisamente a partir de la elaboración de trabajos que le fueron encomendados por personalidades e instituciones que hasta su taller llevaban diferentes escudos.

De sus manos surgieron algunos escudos pintados con dedicación y esmero para ser entregados a diferentes instituciones que lucen las creaciones en lugares importantes como identidad del departamento.

La faceta del artista se completa con su pericia para ejecutar la concertina, instrumento que lo acompaña en la soledad de su taller que él considera como su refugio para practicar música, arte que también lo consagró como un hombre importante que forma parte de diferentes agrupaciones como la Estudiantina Típica Sajama y la Orquesta Filarmónica de la Universidad Técnica de Oruro (UTO). Es un artista autodidacta que ahora no tiene ningún problema para leer la música.

Este artesano de lujo comparte sus días con su esposa Alcira Aguilar y sus hijos José, Javier, Rubén y Miguel, con la esperanza que uno de ellos, particularmente Rubén se dedique a éste arte.

Fuente: LA PATRIA
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