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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 De la morfología nacional boliviana - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
En artículo publicado el 9 de abril de 2011, hacía notar con lugares precisos, algunas analogías entre el gobierno sindicalista de MAS y el gobierno comunista de los “soviets”, en la URSS de Stalin. “El caso boliviano -escribía entonces- se parece mucho al antedicho, pues, pregonando la austeridad, fácil es mostrar que ningún Presidente, hasta donde ahora recuerdo y, seguro estoy, en este siglo, ha gastado tanto el erario nacional en propagandería, en seguridad propia de los déspotas iletrados, en transporte aéreo, o, lo que es aún peor, en bonos clientelistas.”
Hoy, cosa de 4 meses y medio después, los elementos que nos conducen a aseverar esa tesis, siguen llegando. Afirmaba el escritor Alcides Arguedas, que los diplomáticos se contaban entre quienes podían aportar información no poco útil para las labores de documentación que son ocupación del historiador. Siguiendo ese método, este testimonio puede servirnos. Andrés de Cicco, diplomático argentino, ha trasvasado en letras de molde su experiencia en Moscú como Primer Secretario de la Embajada Argentina en la URSS escribe el diplomático porteño, en su obra “Un año en Moscú”: “La MVD ‘Ministervo Vnutrienij Del’, Ministerio de Asuntos Interiores, es la antigua NKVD, −sigla de ‘Narodni Komisarit Vnutrienij De’, que se traduce por Comisaría de Pueblo de Asuntos Interiores− lleva el control de los doscientos millones de personas que pueblan la inmensa URSS; no debe confundirse con la MGV sigla de ‘Ministervo Gosundartvenoi Vezopasnosti’. Este último organismo es el encargado del espionaje interno, el que descubre los supuestos o reales sabotajes de “rebeldes”, y el que hace desaparecer a estos rebeldes en la Siberia, en presidios como el de Karaganda.”
Dos palabras de la pretérita cita llaman, irresistiblemente, la atención. “Espionaje interno” decía el diplomático. Y un diplomático sabe o debería saber la gravedad que esto implica, máxime tratándose de “espionaje” a enviados internacionales acreditados en nuestro país, como es el caso de los personeros estadounidenses a quienes, el Gobierno, ha “espiado” de alguna manera, los mismos dignatarios de Estado bolivianos lo han declarado. Otro grave error diplomático. ¿A dónde irá la desprestigiada diplomacia boliviana a parar así? Al lugar donde ya está, sin duda.
En la primera mitad del siglo XX como en la del siglo XXI, antes en la cultura rusa, hoy en la boliviana, la persecución, el dogma harto mezquino intelectual y filosóficamente, los “espionajes”, son síntoma de una ausencia precisa: el individualismo. Concebido éste en contraposición radical al colectivismo de estro estatal, mejor dicho o escrito, al Estado como bien mayor de los pueblos y civilizaciones. Lo decía el propio Cicco, conocedor de las penalidades que implicaba existir en la URSS: “Para el estado comunista el individuo es número, un simple número que por adición constituye la masa, ‘doctrinariamente’ objeto de sus cuidados. Pero ni doctrinariamente el individuo cuenta, como persona, objeto de deberes y derechos.”
Hoy Bolivia no es Estado comunista, ciertamente. Pero, en una interpretación histórica de los hechos, no faltaba precisión a mi escrito pretérito cuando concluía: “Hoy, los émulos de Stalin están, faltan los discípulos del humanismo”. Bolivia, como nación, no está creciendo, no en sus escenarios políticos; constitucionalmenmte, y en la verborrea de sus gobernantes, la nación boliviana ha abdicado en favor de “36 naciones y pueblos indígena originario campesinos”. Pero esas “naciones” no lo son. Una nación significa la patentización de la cultura, del espíritu, del arte, de la filosofía y de la política de un pueblo. Las “36 naciones” no tienen política, no poseen Poderes; Legislativo, Ejecutivo, Judicial. No deliberan mediante sus tribunos o “parlamentarios” acerca de su destino, sino, están subyacentes en la República de Bolivia, que, aunque no tenga por oficial nombre a éste, lleva impresa su forma de gobierno, debilitándose, empero y por la fracción de las pretendidas naciones, cada vez más la histórica República; además, la cohesión nacional. En una palabra, la Nación.
La nación, sostengo, importa el aprehender su historia, el sino. Entonces y sólo mientras se esté plenamente consciente de ello, la creación o la formación de una cultura, de una manera de co-estar, de ejercer la política, no la mera administración que generalmente, y según Arguedas, se la ha hecho por una cuestión de estómago.
No hay una tercera opción, la otra es seguir copiando estéril y nocivamente, la decadencia de Occidente y de Oriente.
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