Jueves 25 de agosto de 2011
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Editorial y opiniones
DIGNO O INDIGNO
No debemos dejar la puerta abierta al “suicidio concertado”
25 ago 2011
Por: Fdo. Alfredo Hernández Sacristán
Hablando hace unos días con un amigo sobre la rapidez con que se piensa en leyes en las que se habla de dignidad, de muerte digna, no pensamos ciertamente en lo que puede llegar a ser el hombre cuando le “adosamos” el cartel de dignidad o indignidad de forma manipulada.
La muerte, el fin de la vida terrena, a lo que todo ser vivo está llamado, puede ser de diversas maneras. Todos, salvo excepciones, pensamos en vivir y hacerlo de la forma más normal. Pero salvando las extraordinarias, que suelen ser las de riesgo, lo hacemos de una manera de lo más corriente. Es decir, sin llamar la atención de los medios de comunicación. Pero la muerte en sí, tiene su mérito, es un paso de una trascendencia enorme, como es el salto de lo conocido a lo desconocido, y este tránsito no podemos hacerlo sin la valentía de enfrentarnos a lo inevitable, con mayor o menor presencia de ánimo, pero con el suficiente por saber que es irrepetible. Si este llega con la “ayuda” de quien sea, facultativo o amigo, ya hemos quitado el mérito, y la falta de mérito es un hecho indigno, según el Diccionario.