Martes 23 de agosto de 2011
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A Juan Pablo el Magno, no le gustaba halagar a los jóvenes, es que no se puede conquistar a la juventud, ni a nadie, con las monedas de Judas. Supo convocar a los jóvenes presentándoles como única fórmula la radical novedad cristiana.
En Madrid, recientemente Benedicto XVI, ha presidido la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Dos millones estuvieron reunidos para rezar, adorar y contemplar, animar su fe y fortalecerla y escuchar al Papa, y también para aplaudirle, y, sobre todo para comprometerse de cara al futuro. Los jóvenes habían proclamado incansablemente: “Ésta es la juventud del Papa”.
El Papa es joven en su espíritu, sereno, optimista y asimismo exigente. Ni bien llegado a Madrid, en su primer encuentro con los peregrinos les decía: “Cuando no se camina al lado de Cristo, que nos guía, nos dispersamos por otras sendas, como la de nuestros propios impulsos ciegos y egoístas, la de propuestas halagadoras pero interesadas, engañosas y volubles, que dejan el vacío y la frustración tras de sí”.
Bien sabe, Benedicto XVI, que los componentes de la edad tesoro son manipulados al desarraigo de la fe de los mayores en España, y en muchas otras latitudes, por el materialismo, el hedonismo y las ideologías montadas para ese fin. Así les arengaba el Papa: “Sed prudentes y sabios, edificad vuestras vidas sobre el cimiento firme que es Cristo”.
