Cuarenta años han transcurrido desde aquel aciago día, pero los acontecimientos siguen presentes en mi memoria como, si fuera ayer.
Mauricio Lefebvre, sacerdote idealista; como éramos los universitarios de esos años, algunos más radicales como los que se comprometieron con el ELN; en realidad la década de sesenta continuaba influyendo. Eran tiempos de idealismo y cambios, los líderes universitarios desempeñaban un rol principal en la política del país y en la organización de la Asamblea Popular, la consigna era el Poder para el Pueblo, todavía pensábamos en la lucha armada y recordábamos a Benjo Cruz, al Che Guevara como un ícono de nuestro idealismo y rebeldía a las normas; la lealtad era lo fundamental de nuestras vidas; eran frecuentes los bloqueos y acciones violentas, nuestros estribillos: “yanquis go home”, “Cuchillo Metralla Viva el Che Guevara”, “Patria o Muerte Venceremos” y otros.
La cronología de lo realmente viví y vi en esos fatídicos días comienza el 19 de agosto de 1971: llegó información que la guarnición de Trinidad se levantó. El 20 se confirmó el levantamiento de la guarnición de Santa Cruz, después de cenar en el comedor de la facultad de medicina acudí junto a compañeros de estudio que vivíamos en la misma cuadra, a la FUL, donde nos comentaron lo que sucedía en Santa Cruz y que la base área de La Paz y el resto de las guarniciones estaba con el gobierno popular; nos prometieron que llegarían armas para defender al gobierno, las horas pasaron lentamente y no llegaba el armamento. A las tres de la mañana decidimos retornar a nuestros cuartos. Los seis tomamos un taxi que nos llevó a la Juan de Vargas y Chichas, al llegar no cancelamos nada indicándole al taxista que era una contribución a la resistencia.
Ingresamos todos al cuarto de J. C., elucubrábamos nuestro rol para ese día, en eso escuchamos ruidos de motorizados, voces y le solicitamos a J. C. que vaya a ver qué pasaba; al retornar nos indicó que eran civiles armados y que posiblemente nos buscaban y al no ubicarnos se fueron en sus movilidades, nos despedimos y quedamos en encontrarnos en la facultad a la hora del almuerzo.
Ese 21 de agosto pasamos clases, a las doce del día nos reunimos nuevamente en el comedor de la Facultad de Medicina, al salir vimos una columna de soldados del Castrillo bien armados que subían por la avenida Saavedra, los adelantamos, al llegar a la Plaza Triangular nos encontramos con personas armadas con fusiles Máuser, les comentamos que subían soldados y nos indicaron que eran de nuestro lado, insistimos que no eran de nuestro lado, al no tener una respuesta, decidimos reunirnos en el cuarto de J. C. a las 14 horas.
A la hora indicada nos reunimos, subimos por la calle Juan de Vargas con rumbo a la “Intendencia del Ejército”, los disparos eran frecuentes y dirigidos a la Juan de Vargas, al llegar a la Intendencia les indicamos a los milicianos que nos están disparando del cerro Laikacota, ellos nos replicaron que no es así ya que los soldados están supervisados por universitarios. En la puerta de la Intendencia nos encontramos con un amigo que tenia un cintillo verde en el brazo y decía ELN, conversamos con él, nos indicó que en un rato más tomaríamos la Intendencia, pero que al armamento que había en ella les faltaba percutores y que vayamos a la plaza del estadio ya que en ella nos darían revólveres; por lo que nos trasladamos a esa, no pasó nada; después de deambular largo rato, nos dirigimos rumbo a la calle Comercio donde estaba la armería “La Sultana” y luego a la Yanacocha donde estaba la otra armería, ambas ya fueron saqueadas, retornamos al estadio, y a la Intendencia, que ya estaba tomada por el grupo de mi amigo del ELN. En la Normal de Maestros se repartían armas era la voz populi; así que rodeamos el estadio, y casi al llegar a la Genaro Gamarra vimos caer herido a un joven, él que fue auxiliado por otro que estaba por delante. Aumentó la intensidad del fuego, como las balas venían del Laikacota a esta, nos refugiamos en la Genaro Gamarra, permanecimos varios minutos sentados en la grada de una puerta, apesadumbrados y cabizbajos pensando qué íbamos hacer, transcurrieron los minutos. Serían entre las 16:30 y 17:00 horas que todos levantamos la cabeza y al unísono, exclamamos Mauricio Lefebvre, era alto, blanco, de cabellos castaños claros, con un saco plomo una polera de cuello Beatle de color plomo o beige, “en el pecho llevaba una cruz de madera de unos 10 a 15 centímetros”, en el hombro izquierdo le colgaba una carabina M1, a su lado derecho tenía a un joven (quizá adolescente), en el cinto derecho una pistola pequeña de color negro, es así como lo vimos pasar con paso seguro rumbo a la Díaz Romero.
Siguiendo el ejemplo de valentía de Mauricio Lefebvre nos dirigimos a la Normal donde nadie sabía nada, y frustrados nos dirigimos al Hospital Obrero, en esa nos separamos, permanecí hasta la 19:00 horas, cuando llegó un capitán de policía con un niño herido, con él nos dirigimos al cuartel de los Colorados, vi al Mayor Rubén Sánchez dando instrucciones, despachando en los Blanca Nieves (carros policías de esa época) munición y repuestos del caño de los fusiles (ya que se sobrecalentaba por el uso), de los soldados que estaban en villa Armonía que se enfrentaban a los del Estado Mayor, el capitán me dijo todo está perdido, ¿vamos a tomar un trago?...
Retorné al estadio: en ella vi a los Blanca Nieves con los cajones de munición. En la Pinilla frente al garaje de la Power estaba Juan Lechín con un abrigo plomo que le llegaba hasta los tobillos, instruyendo que se preparen bazucas artesanales para hacer frente a los carros del Tarapacá, que estaban por llegar a la plaza Murillo. Él estaba con un guardaespaldas que manejaba una M1, al poco rato indicó que todo estaba perdido y que nos desbandemos, no quedó más que irnos, por suerte al subir la calle Casimiro Corrales que da al mercado Yungas se abrió una puerta y salió la hermana de J. O. y de un grito me metió a su casa.
En la mañana del 22 de agosto nos volvimos a reunir y fuimos a la morgue, vimos los cadáveres y de nuestro amigo del ELN con un orifico en la sien, de niños y otros; por lo cual decidimos ir a la “U”, pero al pasar por el Laikacota subimos a esa y observamos restos de masa encefálica y vimos salir a los universitarios con las manos en alto, rodeados por soldados y carros de asalto.
Con lo que terminó el periodo de gobierno izquierdista. Empezó la dictadura de Banzer, con la primera clausura de la Universidad. Después de un año y más se reabrió la Universidad con rectores impuestos, vencimiento por créditos y coordinadores estudiantiles; con lo que se destruyó la unidad de los cursos y por ende la formación de nuevos líderes universitarios.
Mauricio Lefebver igual que el Che murió por un ideal enmarcado en la equidad. Hoy muchos olvidaron la convicción de esa época y la importancia de tener un ideal.
(*) Médico cirujano - ognh007@hotmail.com
Fuente: LA PATRIA
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