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Invitado


Domingo 21 de agosto de 2011

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Cultural El Duende

Humberto Jaimes Zuna

21 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

Humberto Jaimes Zuna. Oruro, 1925 – 2003. Poeta y pintor, ha dejado inéditos los poemarios Tesa, Frente al hombre y El corazón en los zapatos. Su obra está dispersa en revistas y diarios. En el campo de la pintura ha obtenido varios galardones, entre ellos el Primer Premio Philips (1965) y el Gran Premio Nacional de Pintura (Universidad Técnica de Oruro - 1967). Fue prominente miembro del Grupo Gesta Bárbara de Oruro y fundador del Grupo Alarido.

Estoy asesinando mis manos

No es posible cerrar el corazón del todo

como se cierra una puerta

ni matarse lentamente

como un ave asfixiada

entre papeles blancos

ni como una flor triturada

por el aire de una locomotora

ni seguir viviendo

como una mirada de odio

detrás de un suspiro

Pero hay días

que el sol se asoma como lengua de oro

para fortificar los gritos

y las lamentaciones

y hay días que mis manos

y mis piernas

cansadas como caminos

me vuelven enemigo de mí mismo

y voy a revolcar mi angustia

entre expedientes de kárdex

verdes e insaciables

entre sonidos de campanilla

y máquinas

y susurros de empleados encorvados

y oficios

que caen sobre mi cuerpo

como largas tormentas de números y de letras

asesinando mis manos

estas manos mías

encadenadas y muertas sobre un escritorio

han olvidado estúpidamente

las formas de la rosa

y el canto de las noches

–el espacio del tiempo se ha reducido–

y amargamente me ahogo

con los gritos neurasténicos

que surgen de los escritorios

como una cadena interminable de puñales

como una odiosa blasfemia a mis sentimientos

–de todo color es mi corazón–

Mi angustia es grave

los cajones me tragan como bocas hambrientas

las máquinas suman las miradas de mi odio

y restan mis suspiros.

Es necesario un secante sobre mis ojos

para secar mis lágrimas

y usar tinta

para pintar mi pecho de rojo

porque estoy asesinando mis manos

encima de un escritorio.

El hombre enjaulado

I

¿Quién sois? ¿Dónde vas? Mi calzado pregunta

entramos juntos a la noche.,

Silencio… vacío… Estrellas, asfalto,

perros temblando de frío… pordioseros dormidos.

Nada, morir por dentro.

Tren, auto.

Campaña enloquecida,

crueldad de cuchillo frío en la garganta

asesinato de estrella, tumulto de sombras.

Luces apagadas en la alcoba.

Delirio… Insomnio… Curas comunistas

Ateos poniendo velas a la cara de Dios

se persignan, le temen.

Niños que se masturban tras la puerta.

Venta ilimitada de anticonceptivos.

Viejos bailando a Go-Go.

consumo de Coca-Cola.

Guerrilleros y antiguerrilleros

miradas de soslayo.

Selvas, barbas enmarañadas.

La paloma de la paz se ha muerto de hambre…

Bomba atómica, lumbre de los cigarros

Johnson, Kosygin, Mao

Perros policías, policías perros.

¡No quiero la guerra! ¡No quiero la guerra!

grita un niño

su padre le tapa la boca, lo asfixia…

La noche está vacía…

¡A dónde vas? Pregunta mi zapato

¡a un nuevo día! ¡a un nuevo día!...

II

Ni las raíces de los árboles son raíces,

ni las piernas del hombre son piernas…

dedos largos de sepulturero

manos de largos dedos verdes…

ocultarse en la tierra, huir.

Ser un muerto antes de morirse

mi corazón se acuesta todas las mañanas

afuera de él se oxidan las estrellas,

la luna tiene puesta una aureola y sonríe.

Los jinetes del apocalipsis vienen en avión

todos los vemos venir.

Viet Nam, tus niños se comen los ojos

las ametralladoras abren cesáreas en las madres

encint, ideas, fe, sentimiento.

No se habla de nada. Se puede morir

con una bala en el cerebro,

¡Dallas! La sangre se coagula, se quema.

Una silla de 8.000 voltios, una cámara de gas.

Sin, Sin.

El canal de Suez es una cama sola vacía

se llevaron su muerto.

Nascer. Lluvia cerrada, balas, morteros israelíes

miradas frías de sangre, vivir en la tierra de otros,

esperar la tierra prometida, ganar una guerra…

Ser alguien, autodeterminarse.

Sentirse algo, soledad, cuarto vacío.

No ser nada. Olor a cementerio.

Átomos – Arañas – Piedras. Ser dueños del mundo

como las raíces del árbol...

III

Los dedos se agitan, el cuerpo tiembla de ilusiones.

Olor a palma en la bruma

estruendo, lozas huecas, cruces secas.

Mariposas con ojos de sangre, corren vuelan

río olvidado de la juventud

laberinto del cerebro, blanco nieve ceniza.

La lengua sucia de la vida,

el olor de la muerte, detienen el corazón.

Más cerca que los miembros peludos

de las moscas está el juicio final.

No es la ira de Dios es la ira del hombre

la bomba atómica florece en cualquier parte

huesos fríos crimen perfecto.

Manto verde del pecado.

Fantasía de aurora al fuego vivo, calamidades.

Piernas tórax corazones desperdicios

Sombra silencio nada

El todopoderoso llora.

Incontenible impotente, solo.

Fuente: LA PATRIA
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