Quién no ha escuchado decir a cualquier comerciante o dueño de negocio, sea del rubro que fuere; decir “Con factura es otro precio”, cuando un comprador requiere la extensión de la nota fiscal que por ley corresponde al momento de consolidar una transacción tras la adquisición de cualquier bien o la contratación de servicios de diverso orden.
Cuando una persona llega a adquirir por ejemplo un electrodoméstico, en equipo de sonido, televisores u otros bienes muebles, por lo general realiza una cotización, particularmente en varios negocios instalados en el sector conocido como la “Súper Feria”; en este recorrido, los precios son similares entre sí, sin embargo a momento de concretar la compra, la situación y el precio varía enormemente.
“Con factura es otro precio”, indica el o la comerciante y la expresión de su rostro, cambia totalmente y la amabilidad con que atendió al potencial comprador, cuando éste realizaba la cotización, desaparece.
En otros casos el comerciante se ingenia la forma de convencer al comprador y ofrecerle una rebaja, que no compensa el importe del impuesto a ser aplicado en caso de otorgar la factura.
La falta de cultura tributaria, es perceptible en todo tipo de negocios, como son también los restaurantes, snacks, confiterías, perfumerías, ferreterías, centros de hospedaje, negocios de venta de alimentos, farmacias, tiendas de ropa, mueblerías y otros que a pesar de estar registrados, como debe ser en el Servicio de Impuestos Nacionales (SIN), se dan modos para evadir el cumplimiento de ésta obligación, pues las más de las veces, el letrero que detalla el registro del negocio y que lleva inscrito el texto que indica “exija su factura”, está situado en un lugar casi imperceptible, aunque la norma indica que debe ser expuesto en un lugar visible.
En más de una ocasión se han producido discusiones entre compradores y vendedores cuando se requiere la emisión de la factura. “A precio de docena te estoy vendiendo”, dice el comerciante y rehúye la entrega de la nota fiscal, en muchos casos prefieren perder el cliente antes que cumplir con la ley.
Otros comerciantes con negocios de significativa cuantificación, no dudan en lucir, en sus negocios, los letreros que refieren el “régimen simplificado”, pero en los hechos este anuncio, no es más que un “escudo” o argumento para justificar su evasión.
Pocos son los negocios en los que el vendedor o dueño de negocio, pregunta: “¿su factura a qué nombre? Sin lugar a dudas esta respuesta satisface al comprador y que precisamente por la conducta responsable y amable, “marca” el negocio como su favorito para volver en otra oportunidad.
El SIN en tiempos recientes realizó una serie de operativos para detectar la evasión impositiva y procedió a la clausura de una infinidad de negocios, centros comerciales, farmacias, restaurantes y otros, pero, a pesar de haber sido sancionados, varios comerciantes incurren en el delito evasivo.
MÁQUINAS
Algunos pocos negocios en la ciudad, venden sus productos trabajando con la codificación del sistema de barras, lo que necesariamente obliga el uso de la máquina que lee dicha codificación y automáticamente registra el valor para la emisión de factura.
Varios ciudadanos, ahora también optan por recurrir a estos negocios para comprar los productos requeridos y así evitarse el mal momento de solicitar la emisión de la factura manuscrita de aquellos comerciantes que hacen muecas desagradables cuando deben extender el documento, además que el producto o servicio, “con factura tiene otro precio”. (MAQ)
Sugerencias temáticas al correo electrónico maqoruro”gmail.com
Fuente: LA PATRIA
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