Cuando las condiciones no son lo suficientemente bonancibles y hay más dudas que aciertos en materia de políticas económicas, una primera medida de previsión lógica y prácticamente rutinaria es la de “ajustarse los cinturones para que no caigan los pantalones”.
La crisis que afectará la economía de toda la región sudamericana y que proviene de los desajustes financieros en la primera potencia del mundo tiene repercusiones de mayor efecto en las economías dependientes que como la nuestra está pendiente de lo que ocurra en los países industrializados donde cualquier movimiento económico aumenta o restringe nuestras ventas de materias primas.
Europa no está exenta de problemas económicos y también los países que forman ese bloque están observando con preocupación los movimientos que se producen por la presión de las deudas que tiene la mancomunidad y que desajustan sus programas de ahorro y de futura productividad, por tanto la economía mundial está atravesando por un periodo realmente crítico.
Como respuesta a ese fenómeno, que provenga de cualquier lado, hay que asumir la responsabilidad de aplicar medidas correctivas en las políticas económicas para encontrar fórmulas paliativas que contrarresten los efectos restrictivos de una “economía de guerra” que posiblemente deba ser aplicada para mantener el sostenimiento de programas que permitan mantener su ejecución, aunque el desarrollo en las actuales condiciones sea más lento.
El Brasil, hermano país vecino, que en este momento cuenta con un sólido respaldo de reservas, anunció políticas inmediatas de previsión ante la crisis mundial, acudiendo justamente a sus fondos de respaldo para impulsar a la brevedad posible proyectos de impacto industrial dirigidos a garantizar el sostenimiento primero y la creación luego de fuentes de empleo, lo que permitirá ampliar la producción en rubros estratégicos, compensando la disminución de los ingresos que regularmente percibe.
En el caso nacional ya surgió un instructivo de previsión frente a la crisis que quiérase o no, también golpeará nuestras puertas. En ese sentido y en todas las gobernaciones, municipios e inclusive en las universidades públicas, se deberá diseñar presupuestos austeros, absolutamente realistas para cumplir objetivos primordiales que en lo posible no obliguen a la reducción de empleos con efectos en los planes productivos, que deberán mantenerse para enfrentar la crisis coyuntural que no tiene tiempo fijo en su paso por el sistema financiero mundial.
Hay algo más que vale la pena señalar y es que en el país la pródiga naturaleza nos tiene reservados importantes recursos naturales, especialmente mineralógicos y petroleros, por tanto lo que corresponde en un momento como el actual es disponer las reservas guardadas que respaldan nuestra economía, justamente en una emergencia como la actual que obliga a impulsar los sistemas productivos de mayor impacto que necesitan recursos financieros para consolidar su pronta respuesta con réditos económicos.
En tanto dure el efecto de la crisis mundial no hay otra alternativa que practicar el ajuste de los cinturones, en el sentido más práctico de evitar daños mayores.
Fuente: LA PATRIA
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