Me sorprendió leer al final de un programa televisivo, que éste había sido diseñado “para alentar a recuperar la moderación y la virtud”. Mi sorpresa provino, de que dicho programa no lo televisaba el “Canal de la Madre Angélica”, ni algún otro parecido, y aunque hay muchos aspectos cuestionables de dicho “reality show” y de los “realitys” en general, éste, tiene razón cuando invita a cambiar de comportamiento en el tema de la infidelidad conyugal, que es hoy en día uno de los mayores males sociales junto a la sensualidad desenfrenada y la práctica del aborto, que son como raíces de la destrucción de la familia.
Hoy campea el espíritu materialista y hedonista colocado en el placer de los sentidos, que ha desterrado los valores básicos espirituales y personales, siendo los valores de la institución del matrimonio y la familia los más atacados.
El matrimonio se está convirtiendo en una especie de sociedad de intereses, que surge y desaparece, porque basa su contrato casi exclusivamente en intereses temporales y no en valores perdurables, cuya carga principal la llevan los hijos.
En este contexto, quienes luchan por la vida y la familia, conocen los peligros de la perspectiva de género, y saben a qué se refirió Gramsci cuando habla de "desmontar y sustituir una cultura al mismo tiempo que se utiliza", en efecto: los promotores del género proponen "desconstruir la famila -y por extensión la sociedad", para luego rearmar la sociedad con parámetros marxistas.
Parecería que los Estados modernos se han convertido en servidores del mal, en vez de estar al servicio del bien común. Las leyes que se van implementando y ejecutando en los últimos años están más bien, dirigidas a destruir la familia. Casi no hay país en el mundo que no haya legalizado el divorcio.
“Autopsia en vivo”, otro reality o, telerrealidad -como también es denominado ese género televisivo- está enfocando la problemática del autocontrol y la falta de templanza, a partir de un diagnóstico médico de los participantes, que son en general abusadores de tabaco, alcohol, drogas y comida chatarra.
El abuso del alcohol y el consumo de sustancias, son otros de los males del siglo. Las políticas que buscan la reducción de la fabricación y el consumo de bebidas alcohólicas y drogas parecen haber fracasado, de tal forma que ahora hay voces que hablan en pro de la legalización de las drogas. Es la figura del bombero pirómano.
Al acercarse la fiesta de la Virgen de Urkupiña, llega la noticia de que los conjuntos folclóricos de Cochabamba decidieron no bailar el 14 de agosto en la víspera de la Fiesta de la Virgen por la tensión surgida entre los directivos de los folkloristas, organizadores y autoridades respecto de los auspicios o patrocinios, provenientes principalmente de las fábricas de bebidas alcohólicas.
Estudios recientes, a niveles locales e internacionales, demuestran que las empresas fabricantes de productos alcohólicos, a pesar de regulaciones y leyes, supuestamente restrictivas, siguen capturando la atención de los jóvenes, con patrocinios de todo tipo, y no solamente mediante la televisión y anuncios en los estadios y la indumentaria deportiva, “las redes sociales están consiguiendo que el mensaje de identificar alcohol con diversión, libertad y prestigio social siga llegando a jóvenes de todo el planeta. Esto no sólo es válido para el alcohol, también para el tabaco y otros productos nocivos”.
Así, los eventos folklórico/devocionales que se verifican en diversos lugares, año que pasa, van sufriendo una metamorfosis, que tiene que ver con la pérdida del sentido mismo del acto devocional que es la peregrinación. Vistosos espectáculos, extraordinarios desplazamientos, coreografías o música de lo mejor, degeneran raudamente en un espectáculo cada vez menos religioso y cada vez más mundano.
Los primeros cristianos vivieron la fe en un mundo corrompido. Los degradados espectáculos del mundo romano los cercaban. “Viéndose obligados a vivir en un mundo corrompido, de ningún modo aceptaban sumergirse en aquellas ciénagas de impudor. Fieles a las instrucciones de los Apóstoles, tenían buen cuidado en ‘abstenerse hasta de la apariencia del mal’.”
“El impudor generalizado, no es, pues, sino uno más entre los fenómenos sociales de la descristianización. Y como tal debe ser entendido y tratado”. La apostasía y el impudor han crecido en los últimos años de forma simultánea.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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