Domingo 07 de agosto de 2011
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Heredar una gran inteligencia, recibir educación completa y ser estimulado desde la niñez, son componentes naturales de las personalidades de talento. Es el suelo donde mejor crecen. Es una suposición romántica atribuir al dolor o la enfermedad la potestad de acrecentar el genio. Si Chopin no hubiera sido víctima de la tuberculosis habría igualmente compuesto sus obras, y la locura temprana de Schumann no lo hizo mejor músico, sino que anuló su genio antes de tiempo. Lo mismo vale para Pergolese y Van Gogh. Las creaciones de Bach, Haendel, Ticiano, Leonardo, Lope de Vega, Verdi o Stravinsky son producto del talento, la buena salud y la constancia. No los estimuló ningún factor morboso.
Hay una inclinación errónea en los que exigen la desgracia en los otros para conceder título de genio. El aura romántica necesita enfermedad, neurosis, locura, miseria, desgracia. Lo trágico goza de más prestigio que la paz. El laurel del genio se concede al desdichado. No se quiere reconocer que la salud tiene tantos derechos como el dolor, que la elegancia y la soltura valen tanto como la crispación.
Fuente: LA PATRIA