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Domingo 07 de agosto de 2011

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Cultural El Duende

Bohemia Sucrense

07 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

El académico de la lengua, Luis Ríos Quiroga, trata temas romántico-regionales del clavel, el pasado heroico de Chuquisaca y las pasiones que motivaron la creación poético musical de la ínclita ciudad de los cuatro nombres

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Primera de 9 partes

Se atribuye a la índole de los sucrenses ciertas características especiales que deben principalmente al clima seco, fuertemente electrizado, a la intensa luminosidad del ambiente y a un cielo purísimo que engendra aquellas características especiales en sus habitantes: como el amor, de la elegancia, un sentimentalismo romántico y ensoñador; respeto y culto al pasado; la fertilidad del ingenio para la tomadura de pelo, la ironía, el apodo y la sátira. Estas cualidades del espíritu sucrense, afirma Carlos Medinaceli, se manifiestan principalmente en la literatura y en las artes. De ahí que Sucre haya tenido y tiene mayor número de escritores y artistas, que pensadores y analistas, exceptuando desde luego al destacado filósofo Guillermo Francovich.

Referente al clima, Fray Antonio de la Calancha, cronista de la orden de San Agustín, en su obra Crónica Moralizadora”, escribe: experiméntase en hombres, animales y pájaros. Los hombres aunque de nacimiento humilde, se truecan en levantado espíritu, debiéndoles sus corazones más al clima que a su sangre.

La luz, la armonía, la elegancia, que se advierte en la obra de sus artistas y escritores, son producto en gran parte de ese cielo azul y de esa intensa luminosidad.

También deben su origen a estos factores geográficos, el incomparable ingenio sucrense que florece en ramilletes de agudezas y jocosidades propios de la picardía de esta tierra.

Claudio Peñaranda, el poeta, uno de los principales introductores del Modernismo Literario en Bolivia, y particularmente en Sucre, acomodó la forma rigurosa del verso modernista a los valores tradicionales del ambiente regional sucrense, cultivando de esta manera, una poesía típica local de ropaje modernista, seguramente con la intención de defender lo suyo, frente al exotismo y europeísmo de la doctrina modernista.

Así, el espíritu tierno y sentimental del pueblo sucrense, expresó sus sentimientos en versos de Modernismo Formal y Tema Romántico Regional, (en cuecas y bailecitos, escritos en noches de bohemia), porque Claudio Peñaranda, como casi todos los poetas, adoraba la música, y su oído de versificador se amoldaba perfectamente a las notas de la escala musical. Tras haber escuchado una pieza al piano, improvisaba fácilmente lindas estrofas para el canto. En sus años de estudiante había sido guitarrista y tenor, y cantaba sus propias letras de cuecas y bailecitos, en las sesiones nocturnas del grupo La Mañana.

Pero el Modernismo Literario, también significó Cambio, Renovación, y consecuentemente Modernista en Sucre fue sinónimo de ANTICONSERVADOR y REBELDE. Esto explica que los poetas modernistas sucrenses, comiencen a exaltar las cualidades físicas y morales del personaje típico del pueblo, la CHOLA en los versos del cancionero popular principalmente.

Los escritores del modernismo sucrense, fueron rebeldes por su obra y por su actitud de vida, pues, rieron a carcajadas de los prejuicios sociales y religiosos de la conservadora Sucre, formando grupos que perturbaban el sueño de la ciudad ya dormida a las siete de la noche, en las CHICHERÍAS o locales típicos donde estos grupos armaban la FARRA, dejando escuchar la música de cuecas y bailecitos, acompañados de estudiantinas de guitarras y mandolinas y posteriormente con el arpa, el armonio y el piano.

Por lo dicho, la bohemia sucrense, ayer y hoy, tiene la característica principal de constituir un refugio donde están los rebeldes, los inconformes, que no comulgan con las tradiciones negativas de la ciudad natal y en la bohemia dan rienda suelta a sus sueños, a sus proyectos, y cultivan la tradición positiva de su tierra a través de la cultura y el arte.

La bohemia sucrense tuvo vigencia a partir del año 1900, fue en esta época que el importante grupo modernista La mañana de Claudio Peñaranda, ejerció su aporte valioso al acervo literario y periodístico de Sucre, y con su poesía, iluminó la música popular.

Claudio Peñaranda, refiriéndose a aquella época, con honda melancolía dice: ¡Bellos tiempos aquellos! reunidos por análogas inspiraciones y gustos estéticos: inficionados por múltiples lecturas que en nuestras almas encontraban la blanda cera impresionable de temperamentos comprensivos y sensitivos. Libres y abiertos a todas las impresiones. Ajenos a todos los prejuicios religiosos y sociales. Amadores de la belleza, lo mismo en ojos de mujer que en rimas sonoras en notas musicales o en chistes jocundos. Varios muchachos que hemos ido triunfando o cayendo, hicimos una sincera bohemia, de arte. Llegamos a ser un grupo simpático por nuestras inocentes locuras, en medio de las cuales había arte, talento, obra. Nuestras noches hacían destacar las figuras de Mendieta, Nemesio Calvo, Rodolfo Solares Arroyo, José Lavadenz, que rectificaba compases y arias del trío de mandolinas y guitarras que completaban Aníbarro y Telmo Solares, el trío cuya ejecución era digna de ser escuchada en cualquier parte del mundo.

Claudio Peñaranda fue un artista y un luchador, en una ciudad en que las rebeldías eran sacrilegio y la hipocresía, preciada virtud, él siguió la jornada cantando a la melancolía de los aires populares.

Y así las mandolinas con joroba, y las guitarras con sus incrustaciones de nácar del conjunto de estudiantinas, circunstanciaron la expresión de la música popular de Sucre que levantaba los hombros y comenzaba a pisar fuerte en el empedrado de sus calles. Los temas romántico-regionales del clavel, el pasado heroico de Chuquisaca, las pasiones personales en todas sus facetas, fueron motivos principales de la letra y música de los bohemios de La Mañana.

El clavel rojo y la ironía.

Los intelectuales sucrenses, teniendo en cuenta las enseñanzas y los símbolos del modernismo literario, adoptaron el clavel rojo en lugar de la flor de lis, por su significado de inconformidad y rebeldía. Y el clavel rojo se convirtió en la flor simbólica de la ciudad porque aparte de representar la sangre ardiente que se almacena en el corazón de Charcas; de representar su espíritu altivo y valiente que intervino en las luchas libertarias; los claveles sucrenses son bellísimos, fragantes, con intenso aroma de incienso y clavo de olor, como los labios de la mujer sucrense.

Por esta razón que una de las cuecas más difundidas del poeta Claudio Peñaranda y el compositor José Lavadenz, titula Una Mata de Claveles, cuyos versos dicen:

Mata de claveles rojos

puso Dios en tu corazón

que subiendo por tu pecho,

se hizo en tus labios flor.

El pasado nunca vuelve,

lo que fue no vendrá después,

los besos son golondrinas

que se van y no vuelven más.

Por otra parte y muchas veces, del fondo de su corola encarnada salta inesperadamente una avispa que provoca chichones con el aguijón de la Ironía.

Nicolás Ortiz Pacheco, el poeta, en un ferviente artículo titulado Magia y prestigio de Sucre, publicado en la revista Leoplán de la ciudad de Buenos Aires, refiriéndose al intenso aroma de los claveles sucrenses que atribuye a la atmósfera seca de la ciudad, escribe: Habrán claveles en todo el mundo; pero, de tan embriagador perfume como los sucrenses bien podría afirmarse que no existen o por lo menos que son muy raros. Nicolás Ortiz Pacheco, en nuestra opinión, adoraba los claveles porque manejó diestramente la ironía en su producción poética, en sus anécdotas, en sus composiciones musicales y en su vida. Además, el cenáculo La Mañana al que pertenecía, bautizaba a los nuevos miembros, con una lluvia de saetas irónicas que al escritor Adolfo Costa du Rels, hizo expresar, que a la par del famoso floripondio de Santo Domingo, de perturbadores aromas, florecía el inmortal caramillo chuquisaqueño, de temibles destellos.

Continuará

Fuente: LA PATRIA
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