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Domingo 07 de agosto de 2011

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Cultural El Duende

Philippe Jones

07 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

Philippe Jones. Escritor. 1924. Entre otros poemarios ha escrito: El viajero de la noche (1946), Cuatro dominios visitados (1957); El sentido y el río (1973)

Hasta los límites acordados

Los granizos de marzo, la adolescencia,

le perturban la mirada. El orgullo

despierta su paso pese a que una savia

asciende a los brotes de su cuerpo.

Provocadora, ella sueña con unirse,

mas en todas partes guarda sus distancias;

las prohibiciones trenzan sus alambradas,

la aprehensión gobierna sus rechazos.

Y ese joven animal,

cautivo del galope de su sangre,

vaga en el cerco de su discreción,

buscando una salida para huir.

Huir para ser perseguido,

para ser poseído y acoplarse por fin

a la primavera que atareada hincha sus pulmones.

Las algas

Un perpetuo movimiento las mantiene despiertas.

Mas ¿qué frases las animan, linguales misteriosas?

Su tono varía según la profundidad.

Es un lenguaje secreto de marea,

que se expresa ya en tupidos salmos,

ya en largas cuerdas,

y que canta muy bajo su púrpura,

sus oros, sus verdes pastizales.

La golondrina

El arco y la flecha,

aquí, nunca pudieron disociarse.

Él, nervioso; ella, alargada,

juntos se volvieron móviles.

Y el discursos ora se eleva,

ora se desliza a ras de tierra,

atrapando aquí y allá un nuevo argumento

según el peso del día,

y las vocales aletean a lo largo de la frase

antes de virar hacia otros temas.

Los pinos

El espíritu gregario domina y el individuo

se integra en la masa que cubre

las pendientes expuestas.

Los pinos se sostienen codo a codo,

formas monacales,

en sus trajes ásperos y grávidos.

A menudo el destino les reserva

otros caminos que la madera muerta.

Trasplantados al mar, ornan las velas;

sometidos al hacha, albergan mortajas.

Así emprenden todos los viajes,

de la cima a la tumba.

Vigía de sombra

La cabeza bajo el agua del sueño

se hincha y vela lento,

de sus cuatro dimensiones se estira,

esponja bebedora de noche.

La noche hiende sus tentáculos

en los cuatro rincones de los secretos,

sopesa el fulgor de una sonrisa,

alisa las garras de los remordimientos.

Estrían, peces a lo largo de los ojos,

los nervios tienen gestos nadadores;

la anémona de los mares suspira

de no ser la simple flor.

Bajo el camino del tiempo que pasa,

cavando lentas galerías,

el topo obstinado del sueño

roe las cifras de la vida.

De pasos y de piedra

I

Tantas palabras dormidas esperan

hacerlas brillar como tantas otras estrellas,

sacarlas del sueño como granos de trigo,

mas todas tienen la virtud de podrirse

El sentido y la corriente se alternan

en un lenguaje amorfo donde nada se comparte,

el uno expulsa al otro y a gusto del orgullo

socava el mantenimiento de las tierras.

Tantos pájaros parten sin retorno.

II

El obstáculo se liga a la angustia

asecha la garganta

y he aquí las rocas donde los dedos se crispan,

he aquí, para tomar o dejar,

lo que en todo tiempo fue y será sin fin,

piedra que se levanta y piedra que se derrumba.

Una sola ha sellado su lenguaje

El pulpo

Todo en él es succión y visión de pesadilla.

No se lo advierte sino ya amenazante,

trampa de inatención que se liga

y se enrosca y no suelta jamás.

Bestia de los fondos, de rincones olvidados,

cuerpo de ventosa y ventosas por cuerpo.

Absceso de raíces poderosas,

cada uno de nosotros lo lleva

y sólo algunos lo dominan.

Fuente: LA PATRIA
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