Philippe Jones. Escritor. 1924. Entre otros poemarios ha escrito: El viajero de la noche (1946), Cuatro dominios visitados (1957); El sentido y el río (1973)
Hasta los límites acordados
Los granizos de marzo, la adolescencia,
le perturban la mirada. El orgullo
despierta su paso pese a que una savia
asciende a los brotes de su cuerpo.
Provocadora, ella sueña con unirse,
mas en todas partes guarda sus distancias;
las prohibiciones trenzan sus alambradas,
la aprehensión gobierna sus rechazos.
Y ese joven animal,
cautivo del galope de su sangre,
vaga en el cerco de su discreción,
buscando una salida para huir.
Huir para ser perseguido,
para ser poseído y acoplarse por fin
a la primavera que atareada hincha sus pulmones.
Las algas
Un perpetuo movimiento las mantiene despiertas.
Mas ¿qué frases las animan, linguales misteriosas?
Su tono varía según la profundidad.
Es un lenguaje secreto de marea,
que se expresa ya en tupidos salmos,
ya en largas cuerdas,
y que canta muy bajo su púrpura,
sus oros, sus verdes pastizales.
La golondrina
El arco y la flecha,
aquí, nunca pudieron disociarse.
Él, nervioso; ella, alargada,
juntos se volvieron móviles.
Y el discursos ora se eleva,
ora se desliza a ras de tierra,
atrapando aquí y allá un nuevo argumento
según el peso del día,
y las vocales aletean a lo largo de la frase
antes de virar hacia otros temas.
Los pinos
El espíritu gregario domina y el individuo
se integra en la masa que cubre
las pendientes expuestas.
Los pinos se sostienen codo a codo,
formas monacales,
en sus trajes ásperos y grávidos.
A menudo el destino les reserva
otros caminos que la madera muerta.
Trasplantados al mar, ornan las velas;
sometidos al hacha, albergan mortajas.
Así emprenden todos los viajes,
de la cima a la tumba.
Vigía de sombra
La cabeza bajo el agua del sueño
se hincha y vela lento,
de sus cuatro dimensiones se estira,
esponja bebedora de noche.
La noche hiende sus tentáculos
en los cuatro rincones de los secretos,
sopesa el fulgor de una sonrisa,
alisa las garras de los remordimientos.
Estrían, peces a lo largo de los ojos,
los nervios tienen gestos nadadores;
la anémona de los mares suspira
de no ser la simple flor.
Bajo el camino del tiempo que pasa,
cavando lentas galerías,
el topo obstinado del sueño
roe las cifras de la vida.
De pasos y de piedra
I
Tantas palabras dormidas esperan
hacerlas brillar como tantas otras estrellas,
sacarlas del sueño como granos de trigo,
mas todas tienen la virtud de podrirse
El sentido y la corriente se alternan
en un lenguaje amorfo donde nada se comparte,
el uno expulsa al otro y a gusto del orgullo
socava el mantenimiento de las tierras.
Tantos pájaros parten sin retorno.
II
El obstáculo se liga a la angustia
asecha la garganta
y he aquí las rocas donde los dedos se crispan,
he aquí, para tomar o dejar,
lo que en todo tiempo fue y será sin fin,
piedra que se levanta y piedra que se derrumba.
Una sola ha sellado su lenguaje
El pulpo
Todo en él es succión y visión de pesadilla.
No se lo advierte sino ya amenazante,
trampa de inatención que se liga
y se enrosca y no suelta jamás.
Bestia de los fondos, de rincones olvidados,
cuerpo de ventosa y ventosas por cuerpo.
Absceso de raíces poderosas,
cada uno de nosotros lo lleva
y sólo algunos lo dominan.
Fuente: LA PATRIA
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