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Domingo 07 de agosto de 2011

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Cultural El Duende

LEER LO NUESTRO

Relatos desde lo tenebroso

07 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

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Cuentos de la Mina de Víctor Montoya, parece haber surgido desde uno de los aterradores círculos del infierno dantesco. Tal es por la fuerza narrativa, que el lector se queda sobrecogido por el espanto. Lo más sui géneris, es que muchos de los sucesos ya los hemos conocido desde la memoria oral de los pueblos mineros o los hemos oído o leído en versiones similares, pero los relatos de Montoya, tienen un manejo sobrecogedor del miedo.

Probablemente, elementos muy frecuentes como la muerte violenta en interior mina, el Tío o demonio ingresando en la vida de las personas, las vísceras humanas abiertas, el sexo y el ano violentados contra-natura, los pulmones podridos, las relaciones sexuales entre demonios y humanos, las oscuras galerías como escenario, las situaciones monstruosas, el entorno maléfico hacen que los relatos de Montoya cobren una fuerza tremenda que escalofría al lector. Todos estos componentes, en la narrativa de Montoya, se cruzan constantemente, alimentándose entre sí, transfiriendo una alta tensión de terror a la totalidad del relato.

El último cuento parece registrar un hecho histórico en forma metafórica. En Bolivia, se ha producido en las últimas décadas, el cierre paulatino de las minas y el debilitamiento del poder político de los mineros. Como consecuencia de este hecho histórico, se produce también la dispersión de los mineros por diversos territorios nacionales y por consecuencia, el alejamiento del Tío, maléfico o benéfico - que sustentaba y sustenta el mito más poderoso del interior de las minas.

Hay una percepción de cierre de todos los símbolos mineros que incluye el cierre final del Tío. Y está magníficamente tratado en el cuento titulado precisamente El Último Pijcheo. El Tío, regresando para siempre a sus galerías, lanza una carcajada detrás del minero, le dice, enigmáticamente una condena: ¿No te das cuenta que estás poseído, carajo? ¿Que estoy encarnado en tu cuerpo, que formo parte de tu sangre y de tus huesos?

Ese mismo elemento, que un ser humano es portador del demonio, encontramos en la Carta al Tío, con la que el libro finaliza. En ella se entrelazan y confunden el personaje del último cuento, con el autor de una carta que no tiene firma y con el escritor del relato. Todos obsesos y poseídos del Tío. Oímos su voz o sus voces: ...en el misterioso laberinto de los sueños, asumo tu imagen para hablar con la voz de diablo, como si de veras existieras...

El libro de Montoya, es una excelente representación del poder de los mitos, que van reproduciéndose en nuevos ropajes, aún en épocas de cambio mostrando así su atributo de eternidad.

Gaby Vallejo Canedo. Cochabamba.

Académica de la Lengua.

Fuente: LA PATRIA
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