Domingo 07 de agosto de 2011
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Clavellina:
Tiritaron mis nervios, en sus rincones,
cuando el algodón de tu voz
me llegó en otra voz.
(No sabré nunca el lenguaje del naranjo
que agradece el boato de su atuendo).
Con el preludio,
adivino dónde se enrosca la tormenta
y qué magia tiene tu nombre.
Es largo el silencio,
con cierto ropaje de olvido,
que ha marchado después del sino;
no obstante,
sobre la tersa alfombra del pasado,
la musa que regala estros
sustantiva tus desvelos.
Tu santidad de paloma,
apoca el lirismo de ave canora.
Serás siempre pasión viva,
De mano generosa y extendida.
Tu voz, al igual que tu alma,
tañe en la cúpula de mi alma,
como en mi boca,
que reverente te nombra.
Eres mi hada valerosa,
única y consentida;
y en persona: santuario y esterlina…
Estas notas, pergeñadas
en el atrio de los recuerdos,
no son florilegios de conquista,
sólo son testimonio
de lo que no está a simple vista.
Quien deposita en tus oídos
brisa ínclita de cantilena
es el que, una vez,
Fuente: LA PATRIA