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Domingo 07 de agosto de 2011

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Revista Dominical

Porque es un mal incurable

La basura se convirtió en el cáncer de la ciudad de Oruro

07 ago 2011

Fuente: LA PATRIA

Gente de todas las edades se dio a la tarea de hacer de Oruro la capital de la basura • Por: Dehymar Antezana - Periodista

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“Todo tiempo pasado fue mejor”, es un viejo dicho que en toda su pequeña extensión literal, da razón de lo que fue la ciudad de Oruro, con gente respetuosa, trabajadora, amable, dedicada a su región, nada envidiosa y menos asumía una actitud de “perro del hortelano”, al margen de ello, había un respeto por la cultura a la limpieza, que era envidiable por otras regiones.

Pero ahora sólo vemos aquel pasado como una reliquia, porque todos esos valores los hemos olvidando por completo, para ello, muchos factores han tenido que ocurrir y aunque no lo crean, se inicia por el descontento social, la falta de empleos, una crisis económica familiar, la falta de oportunidades de surgir y muchas otras.

Aquellos pequeños, pero grandes detalles, llegan a influir de sobre manera en nuestro comportamiento, lo que hace que asumamos una actitud de frustración, reflejada en una falta de cultura por la limpieza.

EL PASADO

En el pasado, recordamos cuando éramos niños, nuestras abuelas y mamás principalmente, salían a las puertas de la calle a la competencia, a regar la calzada de tierra y barrer no solo la acera, sino también parte de la calzada. Qué lindo era ver aquel detalle, pero esa acción se perdió.

Recordamos además que los carros basureros eran verdes, al menos los que circulaban hasta la 6 de Agosto, ya que los que transitaban debajo de la línea eran volquetas azules. ¡Qué memoria! Además había un horario establecido para aquello y pasaban haciendo sonar una campana. Entonces, desde el interior de los domicilios particulares, los ciudadanos sacaban sus tachos de basura y arrojaban los desperdicios en el carro.

Por otro lado, las calles eran limpias, si bien había ciudadanos desubicados que botaban la basura en determinadas vías, había también un respeto por tener una ciudad limpia y bonita.

AHORA

Ahora, todo aquello es un lindo recuerdo y nada más. Vamos de paseo por la ciudad muy temprano. Durante la noche y parte de la madrugada anterior, el personal de la Empresa Municipal de Aseo de Oruro (EMAO), se dio a la tarea de hacer su trabajo, limpiar las calles de la ciudad y recoger la basura botada en las esquinas.

Trabajo sacrificado donde se tiene que lidiar con las bajas temperaturas de la ciudad, pero pese a aquello, se hace esa labor. Con el transcurrir de las horas, la situación va cambiando. De una ciudad aparentemente limpia, se va transformando en la capital de la basura.

Pero, ¿quiénes son culpables para que ello suceda? La respuesta es muy sencilla, somos nosotros mismos, quienes hemos perdido el amor por nuestra tierra y lo único que hacemos es botar los desperdicios en las calles, con el argumento que se pagan los impuestos para que los trabajadores de EMAO, hagan lo suyo.

Pero qué concepto más erróneo, aquello no es así. Evidentemente, se tiene una empresa que está a cargo de la limpieza, pero su ocupación principal, es que recojan la basura que sale de las casas y no que se den a la tarea de barrer las calles a cada momento.

Ojo, no somos trabajadores de EMAO, pero tampoco compartimos el criterio de que la ciudad ande sucia todo el tiempo. Y a qué queremos llegar, la limpieza no solo está a cargo de la empresa de aseo, es como la seguridad, debe ser tarea de todos.

Da pena ver a la salida del horario de clases en los colegios, esas calles quedan infestadas de basura, ¿quiénes son los protagonistas?, los niños, los jóvenes, quienes no han recibido un poco de instrucción de sus profesores para tener una cultura por la limpieza. Y nos ratificamos plenamente, no la tienen, así digan lo contrario.

Las bolsitas plásticas de refrescos son las víctimas del comportamiento humano, porque son arrojadas sin más ni más al suelo, luego pasan los vehículos por encima, haciendo reventar esos envases como si fuesen cohetillos. Pero nada sería eso, sino que en esas pequeñas bolsas plásticas, llevan por dentro un poco de contenido, y como los envases revientan, muchas veces el líquido salta hasta los ocasionales transeúntes.

En las calles también observamos envases, envolturas y desechos de todo tipo. Nadie se digna a hacer algo, menos los directores y profesores de los colegios, para inculcar en sus estudiantes un hábito para querer a su ciudad a través de la limpieza.

Dicen que la educación parte de casa, pero aquello tampoco trasunta las barreras de las cuatro paredes familiares.

Los vecinos de un tiempo a esta parte se malacostumbraron a dejar los desechos en las esquinas, en horas de la noche o madrugada para que los de EMAO se hagan cargo. Pero aquí también se ha cometido un error, que los carros basureros ya no tienen un horario bien definido para hacer su paso por los barrios o zonas, eso lo evidenciamos todos los días, aunque desde Relaciones Públicas de esa empresa, nos digan que no.

PARO

El paro de EMAO ha desnudado la debilidad del pueblo orureño y ha demostrado una vez más que la “basura es el cáncer de la ciudad”, no tiene cura por el comportamiento de sus habitantes.

Por simple apreciación o sentido común, si la ciudadanía tenía conocimiento del paro de los trabajadores de aseo, lo lógico era mantener los desperdicios en casa, hasta que se solucione la medida de presión, justa o no, es otro tema.

Pero, con mayor razón en muchas situaciones, los desechos eran sacados a las esquinas, aportando al caos que imperó en la ciudad a consecuencia de la basura.

Los canes vagabundos que no tienen la culpa de estar en esa condición y por las escasas posibilidades de tener un hogar donde los quieran, para vivir tienen que aplicar la acción de la subsistencia y ¿cómo lo hacen?, deben escarbar entre la basura para conseguir un poco de comida que ayude a paliar la hambruna que pasan a diario.

Para que haya canes vagabundos, nosotros también somos los culpables, que los abandonamos cuando ya no los queremos. Los canes se dieron a la tarea de expandir los desechos por las calles, aumentando una imagen deteriorada de la ciudad.

APORTES

Pero no nos podemos quejar siempre de ello, eso tiene que acabarse algún día, y ¿cómo puede suceder aquello?, con trabajo, mucho trabajo.

Quizás por la premura del tiempo por escribir este artículo, lo más conveniente hubiese sido preguntar a las autoridades encargadas del aseo, qué políticas tienen sobre la limpieza en la ciudad de Oruro. Pero en todo el tiempo que hemos estado soportando el mal de la basura, podemos conocer que no hay planes, porque ese trabajo no se lo palpa, no se lo ve.

Creemos que no se necesita ser autoridad para trabajar por la tierra en la que uno vive, por lo que se podrían hacer muchas cosas, entre ellas, crear brigadas vecinales de limpieza, cuyo objetivo sería mantener un barrio, una urbanización en condiciones pulcras. Quizás el municipio podría asumir un compromiso con los vecinos para llevar adelante esta actividad y de alguna manera premiar con obras para la zona.

Lo mismo se podría hacer, con los establecimientos educativos, para que los estudiantes mantengan limpia su calle o cuadra, podrían ser objeto de algún premio especial, como dotación de computadoras, arreglo de la fachada y otros, de acuerdo a sus necesidades. Tal vez se podría destacar al colegio limpio de la semana o algo así.

En relación a la empresa de aseo, creemos que sus autoridades deberían trabajar en acciones bajo el lema “la basura cuesta dinero”. Quizás hacer compromisos con gobiernos del extranjero, con la finalidad de potenciar el tratamiento de la basura a través del reciclaje, recuperar dinero de la basura para comprar más equipos de limpieza, vehículos, ropa de trabajo, insumos y otros.

Para las instituciones debería hacerse lo mismo, quizás la Sociedad 10 de Febrero o el mismo Comité Cívico de Oruro, podrían ser los protagonistas de campañas de limpieza y entregar en forma mensual, el premio a la entidad más limpia, previa verificación de un jurado, bajo el rótulo: “Entidad X limpia de basura” o algo así como “Aquí somos limpios”.

Lo propio en las universidades, la FUL, si es que aún existe, también debería dedicarse a ese trabajo en las facultades y carreras, y dar un premio a la carrera o facultad más limpia.

Lo mismo pasa para los mercados, el centro de abasto que sea más limpio, será acreedor a arreglos, mantenimiento y otros por el municipio.

Sólo si todos entramos en campaña, lograremos convertir a Oruro en una nueva ciudad, limpia, bonita y rebosante de alegría porque sus habitantes trabajaron en un bien común, sin miramientos.

Ojalá logremos aquello, pero ya basta, basta de basura en las calles, basta de indiferencia ciudadana, acabemos con el carácter y mal comportamiento del orureño, porque merecemos un presente y un futuro mejor. Qué han dicho…

Fuente: LA PATRIA
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