Las hermanas Marta y María tuvieron dos maneras diferentes de buscar la ayuda de Jesús. Marta era pro-activa: Ella le dijo a Jesús exactamente lo que ella deseaba de él, que mala situación necesitada ser corregida y quien tenía que ser sanado. Y María era contemplativa: Ella escuchaba calladamente.
En la lectura del Evangelio, Jesús llega después de que Lázaro había muerto. Marta corre hacia afuera con Jesús para decirle en términos no inciertos de que la vida de su hermano pudo haber sido salvada si solamente él hubiera llegado más pronto. María, sin embargo, se quedo en casa.
Hablar con Dios de injusticias, decirle nuestras necesidades, y pedirle su ayuda es justo y es bueno. Pero cuando el pedir viene con la implicación de que Dios no comprende ya la situación, entonces estamos siendo ansiosos como Marta.
Cuándo nosotros pensamos que Dios se ha demorado, entonces nosotros no estamos confiando en él. Cuándo nosotros oramos repetidas veces y persistentemente en un estado progresivo de preocupación, es tiempo de quedarnos quietos y escuchar, como lo hizo la callada María.
Nota lo que Marta hizo después de que ella hiciera sus demandas. Ella, también, escucho. Y entonces ella se dio cuenta de que Jesús comprendió mucho más la situación de lo que ella se podía imaginar.
Durante las oraciones de intercesión de la Misa cuando decimos, "Señor escucha nuestra oración" o "Escúchanos, OH Señor," yo siento como que le estoy diciendo a Dios que escuche, como si él no lo estuviera haciendo ya. En verdad, él está tratando de conseguir que YO lo escuche. El nunca deja de escucharnos ni de interesarse en nosotros.
El conoce nuestras necesidades mucho más antes de que comencemos a pedirle. Necesitamos recordar que "Señor escucha nuestra oración" realmente significa "Señor, recibe este regalo de oración. Gracias por escucharnos. Ayúdanos a escuchar tú respuesta".
La ansiedad y la preocupación nos llevan a pensar que: "Dios no está convencido todavía, así que tengo que continuar rogándole, y si él no actúa lo suficientemente rápido, ay, es demasiado tarde, Lázaro ha muerto". Fíjate en la confianza que Jesús trató de inculcar en Marta cuando él llegó cuatro días tarde. Mira la manera amorosa en la que él manejó su ansiedad y contémplalo tratándote de la misma manera.
¡Dios nunca llega tarde! Su tiempo es siempre perfecto. Sus respuestas a nuestras oraciones son siempre exactamente lo que es mejor y más cariñoso. Para calmarnos y descansar en esta verdad, nosotros tenemos que quedarnos quietos y escuchar en silencioso conocimiento de la bondad de Dios.
Silencio.......... quédate quieto........... Escucha.......... ¡El está aquí! ....
Reflexión de Las Buenas Nuevas
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2011.
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