Lunes 01 de agosto de 2011
ver hoy
Cada mañana, por los caminos de las pacíficas costumbres, oimos los programas radiales y televisivos de noticias, de comerciantes; recorremos las frecuencias de los aparatos receptores y televisivos y buscamos voces amigas.
Hemos tratado de encontrar voces desaparecidas por meses de los canales radiales y televisivos, y hemos descubierto, dentro de esta búsqueda, afirmaciones oficiales sobre la libertad de expresión; sobre promesas de una era futura, sin limitaciones al derecho humano de proclamar las verdades de la idea y de la palabra.
Pero todo ese panorama de magníficas pinturas democráticas se enfrenta ante la realidad sombría del silencio de las voces amordazadas dentro de un régimen anunciando la, libertad de expresión, de libertad de prensa, de libertad de comunicación y de información.
No interesa devolvernos al análisis del pasado ni analizar las motivaciones o los pretextos utilizados para acallar la valentía de los comentarios radiales y televisivos, la fuerza de la rebeldía crítica que, tal vez, produjeron alergias en la piel de seres susceptibles.
Lo que importa es anunciar toda una disconformidad popular deseosa de creer en que detrás de las promesas llegará la realidad del cumplimiento oficial, para poder oír nuevamente, durante los momentos del descaso o del cansancio, las voces que permanecen calladas contra su voluntad y que pueden dar el pulso de lo que sucede en el país, sin las adulaciones palaciegas.