Algún interés especial parecen tener los que encubren la realidad con la apariencia, efectuando declaraciones ambiguas. Es más difícil creer que se tratara de una tontería. Nos decían ayer que estábamos avanzando, y lo mismo nos dicen ahora que lo de lima es otro avance. ¿A dónde se avanza?
¿Qué se ha ganado con buscar de nuevo el diálogo? si aparte del mar había otras cosas también importantes, ¿por qué entonces se cometió la torpeza de malograr la buena relación alcanzada? y sigue el auto engaño de que la agenda de los 13 puntos incluye el mar con soberanía, no obstante que el señor Piñera aclara que “soberanía” no entra en ningún diálogo. Pero seguimos oyendo lo que nadie ha dicho; leyendo lo que nadie ha escrito.
En condiciones aún más desventajosas vuelve sobre sus pasos el presidente Morales; él es el de la iniciativa para reponer el diálogo, no sobre bases nuevas sino sobre la vieja agenda del engaño. Ahora chile como país solicitado endurece su actitud e impone una condición: “siempre y cuando se respete el tratado de 1904. ¿Y qué es eso? sencillamente el reconocer que Bolivia no tiene derecho a reclamar el acceso soberano al mar. O visto del lado chileno: “No hay nada territorial pendiente con Bolivia”.
Hay que recordar que la ruptura de relaciones diplomáticas tiene la finalidad de llamar la atención internacional sobre el problema que chile tiene pendiente con Bolivia. Si se toma en cuenta ese propósito, los afanes de acercamiento con el usurpador no sólo contradicen sino que debilitan y desvirtúan esa medida. En estos últimos años, la política de “mutua confianza” y la “diplomacia del los pueblos” hizo ver en la práctica la inutilidad de la relación diplomática formal.
Tras el encuentro en lima, el presidente chileno no tuvo inconveniente en declarar que el diálogo será posible a condición de que se respeten los tratados, “especialmente el de 1904”. ¿Se previó que esa podía ser la respuesta de Piñera a la solicitud de morales? es probable que éste haya alentado otra esperanza. Ante la sorpresiva dureza de aquel, el Presidente boliviano guardó silencio, pero en su rostro se leía el desengaño. ¿Se disparó por su cuenta o siguió el camino aconsejado por sus asesores?
Con diálogo y todo, la posición de Bolivia es más difícil ahora. Sin embargo, por el lado del Perú asoma una perspectiva nueva. La agenda que emerge podría consistir en: Desplazar todo el movimiento comercial hacia los puertos peruanos, cultivar el acercamiento sistemático y definir políticas de fortalecimiento recíproco entre el Alto y Bajo Perú de otrora.
Hay que motivar a chile para que quiera hablar del mar con soberanía y eso sólo será posible cuando Bolivia toque algunos de los intereses vitales de aquel, como la economía y el comercio portuario sobre el pacífico. Un leve acercamiento entre Alan García y Morales a propósito de Ilo, promovió una gran inquietud en el país trasandino. Por algo será.
(*) El autor es columnista independiente
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