Domingo 31 de julio de 2011
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Debo confesar ante mis lectores que soy el hombre más dichoso cuando deposito mi voto en la urna el día de elecciones pues ese instante mi sangre se agita cual un torrente, mi corazón se inunda de pasión y una incontrolable sensación espasmódica me recorre de la cabeza a los pies para concluir con un jadeo incontrolable mientras me abrazo a la urna y empiezo a besuquearla y a morderla con frenesí cuasi salvaje.
Cuando le hice esta descripción de mi pasión por la democracia sobre todo electoral, mi comadre Macacha se puso a temblar y quiso estrecharme entre sus brazos para ser contagiada por mi pasión que siento por el voto secreto, pero la contuve a tiempo con estas palabras: “Calma, calma, comadre porque estoy hablando del voto secreto, personal, libre y razonado y no de otras pasiones…”
Con este preámbulo nos dirigimos desde Quillacollo hasta el Bar Comercio de Cochabamba montados en mi motocicleta Harley Davidson pues allí se realizaría un Foro-Debate “Facilidades para los votantes”, organizado por los pensadores y filósofos cochabambinos, bajo la dirección de mi amigo greco-cochabambino Aristóteles Giorgiadis Quiroga. El acto se inició con la lectura del artículo profundo y luminoso del sacerdote jesuita José Gramunt de Moragas acerca de la naturaleza del voto y la responsabilidad que merece. Los pensadores cochabambinos y yo aplaudimos con entusiasmo.