El Perú, un país hermano y de grandes coincidencias con el nuestro en sus tradiciones, historia y en su proyección de desarrollo, en sus riquezas naturales y en sus propósitos para defender la democracia y la libertad, la igualdad y los derechos humanos, tiene nuevo presidente que ha comprometido justamente defender esos atributos y aplicar una política que no sea copia de otras de la región, pero que cumpla el objetivo de mejorar las condiciones de vida de millones de peruanos.
La gestión concluida del mandatario Alán García deja al Perú con alentadores índices de crecimiento de hasta un 7%, ponderado entre los países de la región como también se comenta favorablemente el 3% de inflación como un ejemplo del cuidado administrativo que deberá continuar el flamante Ollanta Humala, ahora responsable de la línea política y económica de una nación que se perfila como una “potencia emergente”.
Es para reiterar los propósitos marcados por Humala en su primer discurso el que será considerado como la declaración de principios del nuevo esquema que respetará sobre todo las libertades ciudadanas, la libertad de expresión, el respeto a la dignidad humana a partir de fomentar las actividades productivas que mejorarán los índices de empleo y disminuirán ostensiblemente los que corresponden a la pobreza todavía vigente en el Perú.
Es también rescatable la oferta abierta de Ollanta Humala para con sus vecinos y países amigos, cuando puntualiza que “sin copiar esquemas rescatará las mejores experiencias gubernamentales”, lo que implícitamente significa que el nuevo gobierno peruano no estará alineado en ninguna posición extremista, aunque practicará lo que se denomina ahora como el “socialismo del siglo XXI”, más práctico en el manejo administrativo de recursos y posibilidades del país, como ha sucedido con el gobierno de Lula en Brasil y que persistirá en la gestión en curso por tratarse de un proceso que garantiza seguridad para millones de personas, sin poner en riesgo sus libertades y derechos, al contrario, consolidando proyectos “sociales” de beneficio pragmático.
Las proyecciones del nuevo gobierno peruano se afirman en las promesas de continuidad de la política económica que deja el saliente mandatario y que ha colocado a su país en un nivel preferencial de economías emergentes con muchas seguridades de beneficio colectivo, disminuyendo la pobreza y creando más fuentes de empleo.
En cuanto a las relaciones internacionales el Perú sostendrá su política de abierta amistad con amigos y vecinos, con tolerancia y esperando un trato recíproco de asistencia solidaria cuando así sea necesario, además de fomentar el intercambio de experiencias comerciales, culturales y tradicionales.
A propósito, en el caso boliviano, sin mencionarlo de manera explícita, hay un acuerdo vigente que con seguridad será respetado y profundizado en lo que concierne al acuerdo sobre el Puerto de Ilo para favorecer a Bolivia a mitigar en parte las condiciones de su enclaustramiento, más allá de esa situación, la práctica de buena vecindad que siempre existe y que se patentiza en el apoyo peruano a la demanda marítima boliviana, la misma que puede alcanzar solución, si como dicen los entendidos el Perú abre el candado para facilitar un acuerdo entre Chile y Bolivia.
El nuevo presidente asegura que el Perú será realmente una potencia emergente.
Fuente: LA PATRIA
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