Cuando el cantante Kurt Cobain, estrella de rock y líder de la exitosa banda “Nirvana”, se quitó la vida, dándose un balazo en la cabeza el 8 de abril de 1994, en todas partes se habló de un problema generacional universal y de una "bala que hirió a toda una generación". Las drogas y la depresión generalizada son los distintivos fundamentales de la juventud actual.
Recientemente los medios han informado de la dramática muerte de Amy Winehouse, cantante británica. Su muerte viene a engrosar el llamado “Club 27”, “el grupo de jóvenes estrellas de la música que han muerto a los 27 años de edad”, entre los que cuentan además de Cobain a Jimi Hendrix y Janis Joplin –entre otros-, “por sus continuas dificultades para hacer frente a la fama”, un cóctel de talento, fortuna y excesos.
Amy Winehouse conocida por su contralto, registro vocal descrito como "acústicamente poderoso" y que expresaba "profundamente sus emociones", fue valorada desde su lanzamiento como una talentosa compositora y prodigiosa voz. Ganó cuatro premios Gramy, entre otros importantes galardones artísticos por sus trabajos discográficos, pero también, desde 2007, su adicción a las drogas y al alcohol, sus complicaciones médicas derivadas de su comportamiento autodestructivo, así como sus constantes problemas legales la habían convertido en noticia cotidiana.
Había ingresado a numerosos centros de rehabilitación, y acababa de salir de uno de ellos. En los últimos meses “después de una serie de actuaciones erráticas en escena”, también se habían cancelado sus conciertos en Europa. Su propio padre pedía a gritos a los fans de su hija que no la apoyaran. “Que mi hija muriera era sólo cuestión de tiempo”, lamentó la madre, quien había estado visitando a su hija sólo dos días antes. Su último novio la había abandonado sin que pudiera éste conseguir que dejara sus adicciones.
Parecería que vivimos en una cultura resuelta a promover el alcohol y las drogas. Muchos jóvenes llegan a sus casas drogados, pero sus padres no se dan cuenta. No ven los síntomas o no los quieren ver. Es la típica reacción de los padres: “no, mi hijo nunca haría eso”. “Lamentablemente muchos síntomas de la drogadicción son similares a la conducta del adolescente –distante, callado, sin ánimo de cooperar con los demás”.
Uno de los grandes males de nuestro tiempo es la adicción a las drogas, la cual alcanza globalmente cifras tremendas. Su combate es especialmente difícil, sobre todo porque muchos países ven en el cultivo y en el tráfico de drogas una considerable fuente de ingresos y porque los narcotraficantes simplemente han organizado demasiado bien la distribución de la mercancía.
Las sustancias pueden atrapar a nuestros jóvenes desde las más conocidas –alcohol, mariguana, heroína, cocaína, crack, LSD- a las nuevas “que se han puesto de moda”: cristal metanfetamina, éxtasis y éxtasis hierba, así como los esteroides que atraen a los deportistas que levantan pesas, y algunas drogas recetadas como medicamentos que se han popularizado.
Más de mil productos de uso doméstico y comercial se utilizan como inhaladores. Quien inhala material adhesivo, pintura, gases y aerosoles por la nariz o la boca, queda mareado, resultando así, que miles de adolescentes mueren aspirándolos.
Al breve frenesí de la droga, le siguen intensas sensaciones de depresión, nerviosismo y un deseo descontrolado de más droga, y aunque muchos hablan de la “buena sensación” que les dan las drogas o el trago, cada pastilla, cada sorbo, cada fumada tienen un efecto devastador en el cuerpo y la mente.
Cuando una persona cae en el abuso del alcohol o en el consumo de sustancias, su familia sufre el efecto en forma dramática. Los padres tienen la responsabilidad de crear un hogar sólido, donde haya comunicación respetuosa y actitudes sanas. Reglas de conducta y horas razonables para estar de vuelta en casa promueven la autodisciplina, lo cual es de vital importancia, ya que la cultura moderna propicia la autoindulgencia y la permisividad.
Pero, ¿cuál es la causa de éste y de aquellos males que oprimen de diversas maneras a las personas, las degradan, las sacuden y las aniquilan? “Esta pregunta ocupa a todos los que analizan la situación actual del hombre, especialistas en todos los campos de vida: filósofos, sicólogos, sociólogos y teólogos. Los mejores conocedores de la problemática están convencidos que la causa de las desgracias del mundo de hoy radica en que Dios ya no tiene lugar en el corazón del hombre”.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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