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Domingo 24 de julio de 2011

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Cultural El Duende

Entrevista con el Yachaq

24 jul 2011

Fuente: LA PATRIA

El académico de la lengua Blithz Lozada Pereira (Oruro, 1964), revela en esta narración el ejercicio del oficiante en la lectura y control de las entidades y fuerzas que condicionan el destino de los hombres

Segunda y última parte

Admirado por la profundidad de sus respuestas, demoré en reaccionar. “Bueno…entiendo”, le dije, pero pensé, “hay tantas cosas, ¿por cuál sigo?”. Me decidí rápidamente: “Haber Yuri, supongamos que tú lees las cartas para mí y descubres que la muerte ronda en mi vida o mi hogar, ¿me lo dirías?, esa pregunta no me respondiste”. “Mira”, me dijo, “tú y yo somos amigos, hay cariño entre nosotros, entonces, ¿qué crees? Hay situaciones en las que yo hablo. Frente a un cliente que no conozco personalmente, puedo decirle, si por ejemplo noto que esa respuesta le va a aliviar. En algunos casos, la muerte es un alivio –frente a una enfermedad terminal por ejemplo-…”, “dímelo a mí”, volví a interrumpirle. “Pero, en general, a un desconocido no se lo diría”, continuó. “En tu caso, siendo amigos, lo decidiría en el momento”. “¿Cómo decides?”, repliqué. “¿Ves mis gestos, haces una inspección psicológica rápida de mi situación afectiva o emocional, intuyes lo que vas a hacer simplemente de modo directo e instantáneo, te lo dice la coca o las cartas que lees?, ¿cómo es?”. “En verdad”, enfatizó, “lo siento, lo intuyo, algo me lo dice desde dentro y sé lo que debo hacer…”. “Bueno”, terminé, “por favor, ten en cuenta que a mí me gustaría saberlo, y que pese a que alguna vez me viste ansioso por conocer el futuro, creo tener la madurez suficiente para entender que hay límites en lo que se puede saber y lo que no se debe intentar cambiar”.

“No te preocupes”, me dijo. “Tengo clientes en verdad, muy ansiosos. Alguna vez, algunos me llaman y me entrevisto con ellos no sólo dos, sino tres y hasta cinco veces al día. ¿Sabes?, adivinar el futuro es algo complejo y delicado. Primero debo tener la fortaleza psíquica para reconocer sobre qué debo hablar y qué temas debo callar. Segundo, al decirles lo que va a suceder, o según el caso, el destino alternativo que podría acontecer, eso crea situaciones muy paradójicas. Muchos de los que me buscan están desesperados. Su fe religiosa se ha debilitado y tampoco creen en las técnicas de la modernidad: la razón o el psicoanálisis. Buscan algo postmoderno. Nosotros los andinos somos extremadamente postmos. No sólo coincidimos con hipótesis como la de los universos paralelos de Stephen Hawkings, sino que asumimos que todo vale, que la adivinación es tan verdadera como cualquier disciplina científica, y que el destino –es decir la vida, es una fragua de alternativas latentes que arden con diferentes variables. Fragua donde se moldea una serie de concatenaciones de acontecimientos posibles y aleatorios, sobre los que podemos influir, sólo hace falta creer en esa capacidad humana de relacionarse con lo sagrado. Pero debes saber algo… Cuando mis atolondrados clientes quieren saber si lo que han hecho ha influido para dar lugar a alguna serie de acontecimientos, cuando se apresuran a obrar, generalmente en temas relacionados con el amor, entonces buscan una y otra adivinación. En esos casos, debo decirte que ver el futuro ya no resulta… Yo no me niego a ver una y otra vez lo que dice la coca, o lo que interpreto de las cartas o de algún otro medio como el cigarrillo, por ejemplo. Pero, lo que les digo, yo sé que ya no es algún destino alternativo. En verdad, después de insistir demasiado en conocer e influir sobre la suerte, termina bloqueándose la comunicación con el tiempo probable que retorna, lo que es sagrado se mezcla con lo profano, se hace confuso, y no se hace manifiesto ningún destino alternativo expectable. Todo sale mal…”.

“O sea”, respondí, “es necesario tener respeto por el orden alternativo del destino que las grietas del tiempo permiten que ustedes vean. Es necesario respetarlo para que, además, sea posible influir en él. Es necesario conocer las alternativas de futuro y no precipitarse a querer moldearlo, digamos a la carta e instantáneamente. Lo que he estudiado y he escrito al respecto me muestra que la actitud andina con respecto a lo sobrenatural requiere de esa paciencia imprescindible y de la distancia con el libre fluir de las cosas, que aunque no estén determinadas en cuanto a lo que va a suceder, tampoco las alternativas de los mundos posibles o paralelos son infinitas. ¿Qué dices?”. Después de una corta pausa, “así es”, me respondió. Me sentí contento de poder conceptualizar y expresar verbalmente, contenidos que Yuri los tenía como fundamentales en su visión del mundo.

Proseguí, “Dime querido amigo, ¿cómo te convertiste en yachaq?, ¿se trata de un destino inevitable o de alternativas en el destino de tu vida?, ¿Podrías tal vez contarme de nuevo esa impactante narración del rayo que te cayó dos veces? ¡Ah!, pero antes, déjame decirte algo. He hecho algunas pesquisas sobre tu nombre. Claro, al final, en casos como éste, el Internet es la salvación. Tengo algunos libros sobre el significado de nombres, y en ninguno está el tuyo, tal vez por el origen ruso. Bueno, tú sabes lo que significa Yuri… Significa el agricultor emotivo y clarividente. Una bonita metáfora sobre tu nombre. Me sugiere la idea de que tú siembras para que tus clientes cosechen buenos frutos, tú echas las semillas para que como se cultiva una planta, los clientes opten por cuidar, regar, limpiar y nutrir, lo que quieren que dé frutos; y tú permites que esto suceda porque eres clarividente, esto es, quien ve con claridad los destinos alternativos de los demás, ¿qué tal? ¡Ah!, pero hay más. Gracias a la magia de Google, sé que tu nombre refiere quien ama lo oculto, lo que es y lo que puede ser, y que te gusta sentirte admirado. Amas todo, te expresas con jovialidad, amenidad y prodigalidad. Creo que esto es en tu caso, tal cual. Conozco, aunque no mucho, tus múltiples relaciones amorosas, admiro que pese a la adversidad, siempre muestras jovialidad, eres ameno y tienes la madurez necesaria para ser pródigo, para regalar a los demás, en especial a las chicas -ambos sonreímos- lo mejor de ti mismo. Las otras características de tu nombre también te son plenamente atribuibles: amas la dignidad, eres original, y piensas que las cosas deben realizar su ser o lo que podrían llegar a constituirse, siempre con miras al presente y al futuro. Bueno, disculpa por hablar tanto, como sabes esta entrevista a la que accediste con tan grande gentileza y con tan buena actitud, es para que tú, y no yo, hables. De cualquier forma te mostraré el texto antes de que lo publiquemos y si cometo indiscreciones o cualquier otra infidencia o error, por favor, corrígeme. Al final, trata de ti. Bueno, háblame de tu conversión”.

“Como te conté antes”, me respondió Yuri, siempre con tono pausado, dueño de sí mismo y con un gesto afable y un tanto locuaz sobre lo que sentía que debía decirme. “yo fui tocado por el rayo dos veces. ¿Recuerdas?, inclusive te mostré mi marca en la espalda”. Asentí con la cabeza. “Creo que ser yachaq es un destino inevitable. Es mi destino necesario y me siento bien por eso. Debo decirte que yo estudié mucho. No sólo estudié filosofía en la carrera de la universidad pública. También estudié budismo, el pensamiento y la cultura de los monjes lamas y de los hare krishna. Así, se dieron en mi vida circunstancias realmente especiales que ahora me ratifican lo indefectible de mi destino. Como sabes, ni ahora ni antes dispuse de dinero, y lamentablemente, para todo se lo requiere, inclusive para pasar esas clases más comerciales que otra cosa, en instituciones como Hastinapura. Bueno, pese a la falta de recursos económicos siempre tuve la suerte de formarme con muy buenos maestros. Desde niño leí algunos libros, esos de magia occidental que se titulan Magia blanca o Magia negra, lo mismo que El libro de san Cipriano. Recuerdo que allí encontré el procedimiento para capturar estrellas. Bueno, después de varios años de estudio, de iniciación y de práctica, después de varias semanas de ayuno, hice el rito y aunque no lo creas, me resultó: capturé algunas estrellas. Pero, para estar seguro de que no era un autoengaño psicológico, lleve a un niño aymara a una apacheta en la cordillera donde el cielo se abre y se puede llegar a las estrellas. El niño me dijo que lo que vio fue que yo estaba cazando las luces del cielo. ¿Qué te parece? Y así. En otra ocasión, tuve la suerte de conocer a los maestros Shao Lin del Tibet, entre ellos a una mujer, que, aunque no me creas, huyendo de la dictadura china, vinieron a dar a Bolivia. En fin, fueron demasiados signos para dudar de que mi destino inevitable e insoslayable fue, desde siempre, ser lo que ahora soy, un yachaq”.

“También debo decirte que desde niño hice prácticas adivinatorias, motivado por distintas influencias familiares. Es decir, el mundo andino, sus secretos y sus ritos, pese al rayo y la vivencia con distintos amautas y yatiris, particularmente de habla quechua, fue algo relativamente tardío en mi vida, y aunque tú me veas ahora buscando desde hace meses la forma de difundir y formar a las nuevas generaciones de sacerdotes andinos, propósito frente al que siempre encuentro grandes e insuperables obstáculos para lograrlo, creo que mi destino es ver el futuro, influir en el orden de las cosas de los demás y contribuir a que el mundo sea un lugar de mayor justicia y equidad para todas las personas. Mi queja como cliente sobre la persona que murió hace algunos años, respondió a lo que yo consideraba que era justo hacer en ese momento y sobre lo que, inclusive como cliente de mí mismo, no tengo ningún remordimiento. Si tú has captado que soy capaz de ver con claridad lo que puede pasar, si tú sabes que lo que leo donde sea es una intuición profunda y espiritual que considera también la situación de quien me consulta, entonces vas a entender que lo que hago es lo que en verdad, debo hacer y me realiza”.

“Gracias, querido amigo”. Respondí. “Hay sólo algo más que querría que me aclares: Tú me dijiste en algunas ocasiones que sólo realizas ritos que purguen los maleficios, que limpien los insanos deseos de maldad de la gente que responde afectivamente a sus propias emociones, no sólo deseando el mal a otros, sino inclusive encargando trabajos para infligirlos; asumiendo esas premisas de lo que yo llamaría una moral de sacralidad, ¿no crees que al cargar tú un peso tan gravoso, al aceptar un destino tan exigente como ser el clarividente de tu entorno, no es demasiado el costo que debes pagar? Por ejemplo, sabes que en el mundo andino –aunque también en otras culturas, yo lo vi en El Cairo por poner un caso-, se considera que sólo las personas que tienen un defecto ostensible, como la columna adusta por ejemplo, pueden adivinar el futuro. ¿No sientes que parte de tu energía, de tu vida, parte de ti se dispersa, se pierde y en definitiva, es el costo que tú pagas por ver con claridad el presente y el futuro de los demás?

A lo que hay que sumar las dificultades que envuelven tu realidad actual, que es la que yo conozco de manera muy general por cierto; es decir, ¿el cosmos, el ser, el orden universal de las cosas no es demasiado exigente con personas como tú, a las que se les ha provisto de alguna cualidad sobrenatural pero a muy alto precio, por qué lo aceptas?”.

Yuri terminó diciéndome: “Hay cosas que lo eligen a uno, y no es uno quien puede elegirlas, mucho menos evadirlas”. La entrevista terminó con los agradecimientos de rigor aunque en medio de cierta premura porque ya era hora de que yo dé una conferencia sobre la formación filosófica en los seminarios católicos.

Fin

Fuente: LA PATRIA
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