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Domingo 24 de julio de 2011

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Revista Dominical

¿Quién es mi prójimo?

24 jul 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Juan Manuel Fajardo - Abogado, Ensayista, Crítico de Cine

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Después de un tiempo más o menos prolongado, el obrero del arte revolucionario Mario Vargas Cuellar, nos ofrece su último trabajo, por el llamado “DISCRIMINACIÓN Y RACISMO”, óleo sobre tela de 1 metro de ancho por 10 de largo; en esta obra interpela a la sociedad con los problemas fundamentales que se plantea una moral basada en la libertad, la responsabilidad y la ambigüedad. Un hombre no puede jamás abdicar su libertad; la pretensión contradictoria de juzgar las situaciones humanas sin adoptar sobre ellas ningún punto de vista humano, muestra lo que es la indiferencia. Vargas Cuellar transmite un movimiento hacia adelante, que es su libertad misma. Reclama para los hombres crear situaciones tales que le acompañen a superar su trascendencia. En un sentido la violencia, matar a un hombre, apalearlo, rememorando enero negro, no es destruirlo; nos dice que renunciar a la lucha es renunciar a la trascendencia, es renunciar al ser humano. Sus fines no son sino nuevos puntos de partida. En la incertidumbre de estos tiempos parece expresar que contra todo riesgo los pobres, los desamparados, los ignorantes, deben asumir sus actos sin firmar ningún pacto con el porvenir, que en ello está precisamente la esencia de su libertad. En la obra de Mario Vargas Cuellar que yo conozco desde los lejanos tiempos de la bohemia revolucionaria de los años sesenta, sus personajes tomados de la vida real, el campesino, el minero, el marginal, no tienen en el rostro la sonrisa eterna en demostración de dicha inagotable, no son musculosos ni visten trajes, más bien harapos; son hombres morenos o de tez cetrina con guarda tojo, lámpara y barreno. No sonríen, no tiene como fondo un azul infinito. Los obreros y los niños no derrochan ni venden salud o alegría; en cada toque está mostrándose la miseria, el cansancio, la pena, no la maravillosa felicidad, sin fronteras, hoy artículo de consumo masivo.

La mujer, niña del campo o citadina, las cholas de los suburbios no son flores rezogantes, son la expresión del sufrimiento, la explotación, del engaño sin un nuevo mundo que construir. Nada en los temas de Vargas Cuellar está estático o en calma; su sensibilidad revolucionaria interpreta los verdaderos anhelos del pueblo anónimo, comprendiendo las leyes sociales, sus relaciones, sus influencias y sus contradicciones.

“Discriminación y racismo”, supera lo vernacular y folklórico, es el mensaje de no eludir la lucha, que no es posible apartarse de la sociedad, del momento histórico y de la realidad económica; que el pintor no es un elemento aislado de la sociedad, que es un producto de ella y que por tanto le pertenece; su arte es de clase, es arte popular, es arte revolucionario.

Cochabamba, invierno del 2011

Fuente: LA PATRIA
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