Sábado 23 de julio de 2011
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El hecho de experimentar con nuevos conceptos sonoros, se convierte hoy en día en la estrategia de proyectos musicales para poder alcanzar éxito, sin embargo este hecho puede ser rebatido, tomando en cuenta por ejemplo conceptos de superficialidad y simple materialismo, más en el planeta música que visitamos cada fin de semana, encontramos a una banda que invierte estas acciones, incrustándose en el gusto de melóman@s gustosos del buen rock, a fuerza de trabajo duro y continuo, con fusiones inmersas en el mundo de la electrónica.
Empecemos este excurso volando hasta Teignmouth, Devon (Inglaterra) y aterrizar en la letra “M” de Muse, banda integrada por el siempre iluminado Mathew Bellamy (compositor, voz, guitarra, teclado y piano); y sus fieles escuderos, Dominic Howard (batería y percusión) y Christopher Wolstenholme (bajo eléctrico, teclados y coros), además de forma itinerante para darle una atmósfera espacial al sonido del proyecto se debe nombrar a Morgan Nicholls, encargado de los samples, experto en teclados e instrumentos asociados, en síntesis el Dj de Muse.
La hibridización de su concepto sonoro, a la cual nos referimos, es tan diferente que si hablamos de influencias podemos decir que se percibe en sus producciones discográficas, sonidos de salón como de Sergéi Rajmáninov, Franz Liszt y Fréderic Chopin; hasta Jimi Hendrix o Queen, basamentados en elementos electrónicos de minimal, trance y progressive, desde su debut con Showbiz en 1999, Origin of Symmetry del 2001, Absolution del 2003, pasando por el exitosísimo Black Holes and Revelations del que parece lejano 2006, hasta llegar a uno de sus álbumes más vendidos, que contó además con la participación del segundo Dj del mundo, el holandés en el épico Tiësto, The Resistance del 2009, con su corte homónimo.
Fuente: LA PATRIA