Jueves 21 de julio de 2011
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Nunca comáis sin hambre. El hambre la producen las células alimenticias cuando están libres y listas para recibir una nueva ración de alimentos. La inapetencia (Falta de apetito) significa que esas células aún están digiriendo la comida anterior. Y si coméis en estas circunstancias, provocaréis trastornos en el estómago.
Cuando os sentéis a la mesa debéis sentaros siempre contentos y de buen humor. Desalojad de vuestros pensamientos todas vuestras preocupaciones graves, el mar humor, la tristeza; pues, el alimento ingerido en estas circunstancias suele convertirse en veneno. Porque esas emociones malas y destructivas, descomponen la sangre y los jugos gástricos, envenenando vuestras entrañas. La mesa familiar es un Altar, y el comedor un Templo donde se oficia la más sagrada de las ceremonias como es la de convertir el alimento en salud, fuerza y vida.
Solicitad al Señor para que este pan, se transforme en sangre pura y os conceda salud, paz y alegría de vivir y también sabiduría para obrar bien.
Para que el Señor bendiga el pan y os acompañe en vuestra mesa, debe prevalecer en ella una perfecta armonía, mutuo perdón, paz y amor; pues, las emociones puras de cada uno elevan la alegría y la felicidad de todos, lo que