Lo cierto es que desde enero del año en curso y después del fallido intento de liquidar la subvención a los carburantes, con una medida en retro, lo que quedó es una escala de precios que en ciertos artículos prácticamente no disminuyó, mientras que en otros sigue con fluctuaciones de época o en el sentido de las actividades propias de sectores productivos o importadores, cuando se trata de alimentos especiales.
En los mercados los precios tienen variables especiales, imperceptiblemente los comerciantes ajustan los precios aprovechando cualquier circunstancia para justificar la elevación de centavo en centavo, pero que sumados luego de una compra de varios productos tiene incidencia negativa en la economía popular.
El sólo hecho de que falte algún producto en los mercados, sea por efectos de orden natural, por fallas administrativas de distribución o por lo que fuera es el mejor motivo para elevar precios; es el caso del azúcar, el arroz e inclusive de la carne de pollo o algunas verduras que no llegan a tiempo a los centros de abasto, por efecto de las condiciones climatológicas, pero que también facilitan el juego especulativo de los comerciantes.
Hasta ahora no se cumple la disposición general de mostrar en los mercados y en los almacenes de abarrotes, inclusive en las tiendas de barrio un listado de productos con precios referenciales para que el consumidor se oriente en la tarea de elegir los productos que necesita de acuerdo a su economía del día.
La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió no hace mucho que la “volatilidad” en los precios de los alimentos se mantendría el presente año e inclusive el próximo, debido a los factores predominantes en la región, los índices variables de producción y la parte que corresponde expresamente a las variables de la economía interna.
A propósito del tema, mientras los precios suben en los centros de abasto, el titular de economía y finanzas asegura que la inflación está controlada y por lo tanto no habrá variación en los índices macroeconómicos, al contrario se espera que el crecimiento económico supere el 5 %, por los ingresos que puedan generarse a través de las exportaciones.
En la visión especial que tiene el Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía boliviana se admite el crecimiento sostenido de nuestra economía, pero al mismo tiempo se reconoce que las variables en precios tienen relación con la producción de materias primas, sobre todo hidrocarburos y minería que inciden poderosamente en la generación de divisas para garantizar un buen sistema de operaciones financieras internas.
Bajo tales condiciones, como señala la FAO o como lo advierte el FMI, hay necesidad de adoptar previsiones frente a un posible descenso en los índices macroeconómicos debido al hecho natural y lógico de cualquier movimiento de orden financiero que “después de un tiempo de bonanza, casi siempre llega otro de restricciones”, tiempo este último en el que deben adoptarse medidas de compensación que no son precisamente las que tengan variables acentuadas en el ascenso de precios de los productos de consumo prioritario.
Entre la posición optimista del ministro de economía y la realidad que siente la ciudadanía en los mercados y los almacenes, hay una notoria contradicción que debe ser eliminada para ajustar el comportamiento económico del ciudadano a la realidad que se vive en la práctica y no a la estructura con visión macro económica que tiene la autoridad, pero que no se traduce en más dinero en los bolsillos del pueblo.
Fuente: LA PATRIA
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