Para cualquier ciudadano que interpreta, así sea medianamente, el mensaje que da el Gobierno en los últimos días lo que se plantea indudablemente es la preparación de un gasolinazo que puede aplicarse cuando menos se piensa, pero que por las características del planteamiento parece una necesidad para equilibrar el desfase que ocasiona actualmente la subvención a carburantes que están requeridos por el aumento irremediable del parque automotor.
Lo que se vislumbraba cuando se conoció la “nacionalización” de los chutos era justamente un incremento en la demanda de carburantes, particularmente el caso de la gasolina, el diesel y en menor escala el gas vehicular. La lógica consecuencia el incremento de motorizados –por miles– en el parque automotor del país y en particular de ciertas ciudades, como las del eje central y el caso especial de Oruro por donde transitan, inclusive ahora, las caravanas de “chutos” con destinos desconocidos.
Frente al desabastecimiento que se observa en los últimos días, en la mayoría de los surtidores de la ciudad, se hace más notoria la preocupación de los propietarios de motorizados, sean estos del servicio público o particulares, especialmente los primeros que deben llenar los tanques para trabajar y vivir con las ganancias, pero los otros también resultan perjudicados cuando no pueden cumplir obligaciones particulares como por ejemplo viajes al interior del país.
El hecho tiene más fuerza para el Poder Central donde se expresa abiertamente la preocupación, pero asignando un detalle particular cuando se convoca a las “organizaciones sociales” a un próximo debate –sin fecha definida- para tratar el tema de la subvención a los carburantes, aspecto que en el momento está por asfixiar al Tesoro General de la Nación.
Hay que reconocer que la subvención que realiza el Estado a los carburantes para mantener “congelados” los precios de la gasolina, el diesel y el gas sería la causa de una “chorrera tremenda” de dineros, como lo expresó el Mandatario a tiempo de advertir que esa situación merece una solución urgente.
Lo que se observa con mucha claridad es que hay una necesidad de nivelar los precios de los carburantes en función de los parámetros internacionales de la oferta y la demanda, lo que obligaría de todos modos a nuestro Gobierno tomar decisiones urgentes para evitar una sangría en el presupuesto nacional.
Dicho de otro modo, lo que se espera es un incremento o nivelación en los precios de carburantes para detener el mal que agobia el Presupuesto General de la Nación (PGN) y pone en riesgo la estabilidad financiera nacional, más allá de las excelentes reservas que podamos tener en cuentas bancarias especiales.
Los malos cálculos que se hacen en niveles superiores, como facilitar la nacionalización de una cantidad de carros chutos para lograr ingresos adicionales para el TGN y a la hora de contarlos resulta que se triplicó la cantidad de motorizados y aunque sucederá lo mismo con la recaudación por impuestos y multas, el desfase se presenta en la misma proporción de carros que necesitan carburantes para circular en calles y carreteras del país.
El efecto de las medidas parece irremediable y la ciudadanía debe estar preparada para soportar recién el peso del gasolinazo, que traerá aparejado una serie de problemas en orden secuencial alterando otra vez la relación de salarios y del costo variable de la canasta familiar. Sólo se espera que en el Poder Central se piense en medidas paliativas que hagan menos duro lo que parece inminente, la suspensión de la subvención a los carburantes, por decirlo muy suavemente.
Fuente: LA PATRIA
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