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Domingo 17 de julio de 2011

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Revista Dominical

Laboratorios contra la naturaleza

Transgénicos: Una amenaza a la salud del planeta

17 jul 2011

Fuente: LA PATRIA

Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA

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El sólo hecho de escuchar hablar de alimentos transgénicos, causa susceptibilidad y porque no decir hasta temor, en la población fundamentalmente en las madres que en la mayoría de los casos son las responsables de preparar alimentos para sus familias y en más de un caso se horrorizan con la información difundida respeto a las modificaciones genéticas para “mejorar” la producción de alimentos.

El avance tecnológico posibilitó, en algunos los casos mejorar las condiciones de vida de la humanidad, por ejemplo los logros en la medicina para tratar enfermedades que antes incluso podían ser consideradas como pestes que atacaban a poblaciones íntegras que perecían ante la carencia de paliativos, vacunas o remedios para sus males.

Otro factor favorable es la reducción de la brecha comunicacional, pues antes un contacto con el otro lado del mundo, representaba toda una hazaña, aunque era un episodio hasta romántico cuando una carta debía viajar físicamente por varios días y miles de kilómetros para llegar a destino, previo a un pegoteo de estampillas que además le daban un toque especial a la correspondencia, pues el receptor a partir de los sellos postales, podía admirar las peculiaridades de cada región que visitó la misiva. Ahora solo es necesario un “clic” en el ordenador electrónico para conectarse con cualquier parte del mundo. Ni que decir de las comunicaciones telefónicas o teleconferencias, son un beneficio, sin lugar a dudas.

Sin embargo, dentro esta modernidad, hablar de modificación genética de la naturaleza, ya son palabras mayores.

¿QUÉ SON LOS TRANSGÉNICOS?

Los transgénicos son seres vivos pueden ser plantas, animales o microorganismos, modificados en laboratorio mediante la introducción de genes de otras especies de seres vivos, para proporcionarles características que nunca obtendrían de forma natural.

La iniciativa transgénica en el mundo surgió a mediados de la década de los 90 y paulatinamente han entrado diversas variedades de soya, maíz, algodón, papaya, papa, arroz, calabaza, tomate y remolacha azucarera. Estos cultivos cubren actualmente alrededor de 4 por ciento de la tierra sembrada en el mundo.

En Bolivia, donde la agricultura por centenares de años mantiene una tradición ancestral, la práctica para renovar los cultivos sin alternación alguna, estuvo centrada en el almacenamiento de semillas de la mejor producción obtenida en el año, con la idea que la próxima siembra sea más productiva y mejor que la obtenida. Estos conceptos con el paso de los años comenzaron a cambiar, probablemente con el mismo criterio de los biotecnólogos que a nivel mundial, consideran que insertando Organismos Genéticamente Modificados (OGM), se puede optimizar la producción de alimentos y así luchar contra el hambre en el planeta. En ese contexto por ejemplo se introdujeron pesticidas cuyos efectos al margen del riesgo para la salud humana comenzaron a degradar los terrenos de cultivo. Una alternación al curso legal de la naturaleza.

RIESGOS

Alertas de diverso orden se lanzaron en el planeta, sobre el riesgo de los OGM en los alimentos, por un lado, así como sus consecuencias en el medio ambiente; pues por ejemplo a partir de la polinización y la hibridación de plantas silvestres se puede destruir la biodiversidad y homogeneizarla con OGM, es decir producir una “bio invasión con la propagación de especies exóticas que han propagado enfermedades y plagas antes desconocidas que incluso destruyen los micronutrientes de los suelos productores.

Las ratas son los principales seres vivos en los que se practica los efectos de cualquier cultivo químico y para saber si los OGM son tóxicos, se aplicaron pruebas a esos animales alimentándolos con dos dosis de maíz transgénico durante tres meses y tras los análisis de sangre se estableció que aumentó el nivel de grasa en su sangre, además de presentar desajustes urinarios, problemas de riñones y de hígado.

BOLIVIA

Información difundida por el Foro Boliviano del Medio Ambiente (Fobomade), indica que en Bolivia existen por lo menos 50 alimentos conteniendo OGM que se comercializan en los mercados y obviamente son consumidos por la población, entre los que se cuentan mantequillas, jugos, gaseosas, cereales para desayuno, golosinas como chicles, chocolates, conservas, papas fritas, postres, alimentos de repostería, fideos y lácteos, todos de marcas extranjeras y que por lo general ingresan al país por la vía del contrabando.

Estos alimentos circulan en el mercado nacional, incluso infringiendo normas internacionales, que obligan la identificación de los mismos por contener componentes genéticamente modificados. Paradójicamente, empresas, industrias y personas que en Bolivia se dedican a la producción de alimentos orgánicos, por cierto muy requeridos en el contexto internacional, se ven obligados a identificar sus productos como tales, además de sortear una serie de trámites del comercio exterior, para cumplir requisitos internacionales.

Hasta el 2008 no existía una entidad o autoridad que regule la comercialización de estos productos en el mercado nacional, sin embargo a partir de la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado (CPE), en su artículo 254, inciso 8, se definió la seguridad y soberanía alimentaria para toda la población, con la prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente. Hecho que se refrenda con la prohibición de la producción, uso y comercialización de organismos genéticamente modificados, a través del artículo 405 de dicha normativa.

Recientemente se promulgó la Ley 144, de Revolución Productiva, Comunitaria Agropecuaria, cuyos artículos 15 y 19 motivaron algunas reacciones de organizaciones defensoras del medio ambiente y vinculadas al rubro de la producción agrícola, pues consideran que a partir de esa norma se contradice la CPE y se estaría estimulando a la incursión de Bolivia en trabajos de manipulación genética.

En el artículo 15 inciso 2 de la Ley 144 se indica que no se introducirán en el país paquetes tecnológicos agrícolas que involucren semillas genéticamente modificas de especies de las que Bolivia es centro de origen o diversidad, ni aquellos que atenten contra el patrimonio genético, la biodiversidad, la salud de los sistemas de vida y la salud humana, advirtiendo además que todo producto destinado al consumo humano de manera directa o indirecta que sea, contenga o derive de organismos genéticamente modificados obligatoriamente deberá estar debidamente identificado e indicar ésta condición.

Mientras contradictoriamente a ese artículo y a la CPE, en el artículo 19 de la misma ley, inciso 5; se indica que “se establecen disposiciones para el control de la producción, importación y comercialización de productos genéticamente modificados”.

Si el principal objetivo de las manipulaciones genéticas, es y ha sido la lucha contra el hambre en el mundo, información difundida por el Proyecto Hambre, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), alrededor de 24.000 personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre y según Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se estima que unos 800 millones de personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, una cantidad cerca de 100 veces mayor que el número de personas que efectivamente mueren por esas causas al año.

Ilustraciones tomadas del internet

Fuente: LA PATRIA
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