En España nos acercamos peligrosamente a los cinco millones de parados. En realidad más que un drama se trata de una tragedia, sobre todo en el caso de las familias donde no entra sueldo alguno. Sin embargo nos negamos a centrarnos y revolcarnos en ese dato negativo. El ser humano es el animal que mayor capacidad de adaptación y superación en su medio posee de toda la creación. Por esta razón es capaz de crecer con la dificultad, de convertir el mal en bien, de, como asegura el dicho popular, saber que "en esta vida todo tiene arreglo menos la muerte" y aun el desempleo puede ser superado de un modo positivo, como un escalón que ascender en la escalera de la vida.
El paro, como la recesión, puede ser una oportunidad para que la gente ahorre más dinero y viva en el “ahora” con mayor intensidad. A medida que los tiempos se endurecen, uno comienza a apretarse el cinturón y a guardar dinero para el mañana en la medida de sus posibilidades, pero al mismo tiempo a disfrutar del hoy que es lo que tiene: pequeñas-grandes cosas de la vida.
Para que la gente tienda a centrarse en pagar sus deudas. En el paro y la recesión se esfuerza en eliminar las facturas pendientes en la medida de lo posible y dejar de vivir del engaño del crédito.
Para encontrar formas de reducir costos. Cuanto más aumenta el coste de la vida, muchas de las personas se las ingenian para llegar a fin de mes. No pocos se sorprenden de lo fácil y automático que puede ser convertirse en un ahorrador.
Las personas se vuelven más reacias al riesgo económico. No es el que riesgo sea malo en sí, pero tampoco corren tiempos de embarcarse en tonterías. Se emprenden pequeños riesgos para ganar dinero y otros “riesgos” asumibles, como dedicar más tiempo a la familia y otras actividades.
Las personas se vuelvan más productivas. En tiempos difíciles aumenta el pensamiento proactivo. Crece la imaginación. Como alguien decía en latín macarrónico: Intelectus apretatus corret que se las pelat.
Las personas desarrollen más habilidades: capacidad para cambiar de tipo de trabajo si este aparece. Una oportunidad de hacer algo completamente diferente. La experiencia demuestra que muchos emprenden nuevos y curiosos negocios por sí mismos.
Aumente el ocio creativo: las artes, la escritura, la lectura, la asistencia a cursos, la práctica de un deporte y un largo etcétera.
Mejore su vida interior: el tiempo libre puede permitir la reflexión, la meditación, el desarrollo espiritual.
Te saque de ti mismo. Una oportunidad para dejar de ser el centro y ocuparse en ayudar a los demás, a través de una ONG o simplemente dando más tiempos a los hijos y la familia.
Cambiar la axiología. Si mis valores eran el dinero, el poder, el placer, la seguridad, el egoísmo, quizás ahora aprenda, incluso después de tocar fondo, que hay otros objetivos más valiosos en la vida.
El paro es una tragedia. Como lo es el tsunami y el escape nuclear de Japón. Pero de todo se puede sacar una oportunidad para el cambio. En una sociedad donde "si no compro, no existo", quizás sea una ocasión para recordar que es más importante "ser" que "tener". Digan lo que digan los defensores del consumo. Eso sí, mientras al menos se pueda seguir comiendo y trabajemos todos para cambiar esta penosa situación a donde nos ha conducido un lamentable orden mundial.
(*) Periodista y escritor. Director de la revista A Vivir Más
www.telefonodelaesperanza.org
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