El Ministerio de Gobierno se atribuye la elaboración de un proyecto de Decreto Supremo para restringir la venta de alcohol y por supuesto para disminuir el consumo del producto como parte de un programa práctico para impulsar, en todo el país, los planes de seguridad ciudadana que en la actualidad se ven severamente alterados porque los infractores en mayoría son personas ebrias.
Es evidente que la causa principal de una serie de hechos que alteran el comportamiento de las personas es el excesivo consumo de alcohol, así directamente en el caso de cierto tipo de bebedores, generalmente los consuetudinarios, pero vale apropiar el término para señalar que también causa problemas el elevado consumo de una variedad de bebidas alcohólicas, de diferente calidad, precio y acceso directo al consumidor por tanto seguramente el D.S. que se perfila en el Ministerio de Gobierno deberá exponer la idea pero acompañada además de una reglamentación apropiada.
No se trata de ponerle anticipadamente cuestionamientos a la normativa, pero hay que recordar que existen actualmente condiciones absolutamente abiertas a los negocios que venden bebidas también conocidas como “espirituosas” y que son parte de costumbres y tradiciones, inclusive en algunos casos son parte de gigantes promociones para consumo público y masivo, lo que es parte de un negocio absolutamente libre y reconocido.
Tampoco hay que ver el asunto como parte de una limitación directa a cierto tipo de actividades especialmente las sociales y que en su desarrollo, casi de manera obligada, incluyen el consumo de bebidas alcohólicas, claro está con resultados ya previstos, de lanzar a las calles una impresionante cantidad de ciudadanos beodos, unos a pie, otros, y estos son los más peligrosos, al mando de toda suerte de motorizados que lamentablemente elevan el índice de víctimas en todas las regiones.
Hay una serie de ideas adicionales a las que planteará el ministerio gestor de la norma, por ejemplo restringir la venta de alcohol durante 12 horas, medio día, bajo controles especiales que deben ser implementados, otra sugerencia señala que después de una determinada hora se producirá el arresto de los ebrios callejeros y se los sancionará con multa pecuniaria en algunos casos o con multa de trabajos comunitarios, incidiendo en el caso de las sanciones contra padres de familia irresponsables cuyos “hijitos” fuesen descubiertos consumiendo bebidas en locales o en la vía pública.
Lo cierto es que el consumo excesivo de alcohol causa mucho daño a la sociedad, tiene víctimas en todos los estratos de la comunidad y su secuela es por lo general perjudicial no sólo para el bebedor, sino para su entorno inmediato que es el caso familiar y el de orden laboral, por tanto es un mal que vale la pena combatirlo.
Lo que sí se pone en duda es que un D.S. sea el instrumento efectivo para encarar esa dura batalla. Puede ser la norma básica, pero tendrá que jugarse otras alternativas bajo responsabilidad de todas las autoridades para que la batalla contra el consumo excesivo de bebidas alcohólicas sea una realidad.
Lo importante será crear mecanismos que impidan el crecimiento de locales que venden “tragos” y deberán ser definitivamente clausurados los que hacen el negocio con menores de edad. Los ebrios tendrán que moderarse para no caer en frecuentes sanciones y quizás de ese modo podamos disminuir el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, como sucede en cortos periodos de ley seca, cuidado que la restricción no se convierta en tentación.
Fuente: LA PATRIA
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