La situación de pobreza y marginalidad del país donde no se ha superado el umbral de la extrema pobreza, facilita el acrecentamiento de la brecha digital y permite el aumento de los analfabetas que no logran su inclusión digital a pesar de existir el firme propósito oficial para aprobar una nueva Ley de Telecomunicaciones.
En resumen, la brecha digital es cada día mayor y el número de analfabetas digitales crece, porque cada vez son menos las personas que pueden acceder a los servicios de telefonía digital, teléfonos celulares, televisión por cable y hasta la red Internet, por falta de adecuada instrucción y capacitación, en un país donde nos debatimos en la incertidumbre del conocimiento y donde rigen elevados costos del servicio.
Esta brecha digital es grande cuando los principales servicios cubren en las principales zonas urbanas, ciudades y algunas ciudades intermedias, llegando con limitaciones a las poblaciones rurales, al extremo que en más de 20.000 comunidades no tienen esos servicios y sólo unas cinco mil gozan de algunos beneficios, que resultan ser al mismo tiempo inaccesibles, por el elevado costo de la comunicación.
En Bolivia es un lujo tener el servicio de Internet, por el elevado costo, lo que beneficia a la clase media y alta, económicamente pudiente o con mejores ingresos, no así a la mayoría que debería resultar más favorecida y que requiere con urgencia una comunicación oportuna, eficaz y barata, incluso para mejorar su nivel de formación y capacitación.
Lo mismo ocurre con la televisión por cable, donde hay monopolios y además el costo también es poco accesible para los usuarios de la telefonía local, existiendo en la misma ciudad barrios donde todavía no llegó el “telecable”. En las provincias sólo hay dos empresas privadas, porque la oferta estatal no llega y si existe es cara, sin tomar en cuenta que en otros países estos servicios, Internet y Televisión por Cable, se consideran como básicos y ya no constituyen un lujo como ocurre en Bolivia.
Por las limitaciones de conocimiento, económicas y ausencia de planificación oficial que no buscan una alternativa de desarrollo del conocimiento antes de imponer regulaciones, la situación de los bolivianos siempre estará en desventaja, puesto que en países vecinos, tienen e impulsan un gran crecimiento tecnológico y capacitación de su gente, mientras nosotros todavía soñamos con el satélite “Túpac Katari” que será sólo un complemento pero no pondrá fin a la brecha digital, lo que debería preocupar a las autoridades.
En pleno siglo XXI tener poblaciones aisladas de la comunicación “satelital”, con precios y tarifas prohibitivas, control de los servicios y la ausencia de planificación del desarrollo tecnológico nacional, nos ubica en el reducido margen de analfabetas en nuestro propio continente, cuando en el Uruguay por ejemplo, todos los niños de las escuelas tienen computadores u ordenadores personales y trabajan en directa relación con el docente aprovechando la cibernética y sacándole el jugo al software que ellos mismos diseñan como una muestra de su talento y desarrollo pleno del conocimiento.
Desde Bolivia es difícil acceder a las redes sociales del Facebook, con 750 millones de usuarios a nivel mundial, peor aún a la de su competidor Twitter que tiene 145 millones de usuarios, donde nuestro país todavía no es conocido. Es mínimo el número de usuarios bolivianos, si tomamos en cuenta una media con relación a los países de Latinoamérica, resultado del alto costo de acceso a la Internet, siendo así que cuesta el servicio cuatro veces más de lo que cobra Chile y más todavía de los costos del Brasil y la Argentina, donde están tecnológicamente desarrollados y socializan sus servicios.
En Oruro habrá que ponerse las pilas y la responsabilidad es la Universidad Técnica de Oruro y su Facultad Nacional de Ingeniería, autoridades departamentales, municipales y empresarios para instalar el primer parque tecnológico del país, lo que permitirá contar con acceso directo a la fibra óptica que se tiene en el norte de Chile, para poder gozar de una comunicación veloz, eficaz y económica, además de la generación de empleo y desarrollo del conocimiento con la industria del software que garantizará una mejor calidad de vida para todos los pobladores de nuestra región. La decisión es nuestra.
(*) Periodista
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