Sábado 09 de julio de 2011
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No existe pecado ni transgresión, ni dolor ni pena, que esté fuera del alcance del poder sanador de Su expiación.
El Mesías vino para redimir a los hombres de la caída de Adán. En el Evangelio, todo señala el sacrificio expiatorio del Mesías, el Hijo de Dios.
El plan de salvación no podría llevarse a efecto sin una expiación. “Por tanto, Dios mismo expía los pecados del mundo, para realizar el plan de la misericordia, para apaciguar las demandas de la justicia, para que Dios sea un Dios perfecto, justo y misericordioso también”.
El sacrificio expiatorio debía llevarse a cabo por el Hijo de Dios que no tenía pecado, puesto que el hombre caído no podía expiar sus propios pecados. La Expiación debía ser infinita y eterna para cubrir a todos los hombres a través de toda la eternidad.
C. Scott Grow Del Quórum de los Setenta/ Jason Michel/ Santos de los Últimos Días
Fuente: LA PATRIA