Desde el pasado año el presidente Evo Morales decidió adoptar el lema de “mandar obedeciendo” al pueblo, pero aquí surge un aspecto contradictorio porque los intereses de la población boliviana son tan diversos como los mismos pobladores.
Hace poco surgió este conflicto de intereses, cuando el presidente Morales declaró que "quieran o no quieran vamos construir este camino y lo vamos a entregar en esta gestión", refiriéndose a la ruta entre Villa Tunari, Cochabamba y San Ignacio de Moxos, Beni, la cual pasaría obligatoriamente por el Parque Nacional Isiboro Sécure, no está demás indicar que es un área protegida.
Los indígenas y pueblos originarios del Territorio Indígena del Parque Isiboro Sécure (Tipnis) protestaron, temiendo avasallamientos de sus tierras y daños a la biodiversidad del parque, apoyados por la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob).
Sin embargo, el Gobierno y el propio Presidente minimizaron el hecho señalando que las ONGs están manipulando a los indígenas para que se opongan a la construcción de dicha carretera, textualmente señaló: “Tenemos los recursos económicos pero aparecen algunos supuestos defensores del medio ambiente mediante ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que usan a nuestros hermanos para que no se construya este camino”, desoyendo el clamor y el reclamo de los pobladores de esa zona.
El dilema se presenta porque de un lado está el pedido de los indígenas y por otro está el interés de los pobladores de el Chapare, quienes se favorecen con la construcción de esa vía. Por supuesto que siendo aún el dirigente de los cocaleros de la zona chapareña, Morales escuchará y obedecerá con preferencia a éstos últimos.
No obstante, los indígenas del Isiboro Sécure también son bolivianos y tienen derecho a que se les escuche y a que se les obedezca como pueblo. Por si fuera poco, también está el hecho de que dicho parque es una zona protegida, ya que es de las pocas áreas de humedales y donde la biodiversidad es diversa y abundante, la cual será afectada si se permite la construcción de una carretera por ahí.
Tampoco se trata de tener el dinero y hacer lo que quieran por el hecho de ostentar el poder, sino de ver qué es lo mejor para los pobladores y para la biodiversidad.
No se puede negar que la construcción de una carretera trae progreso, pero también trae asentamientos humanos y con ellos contaminación, por los desechos que se botan, por el humo tóxico que despiden las movilidades, por el uso que se da al agua, por los chaqueos, necesarios para que la gente pueda cultivar sus alimentos y otras razones más. Esto contradice la política gubernamental de proteger a la Madre Tierra que tanto pregonan.
Morales aseguró que son los opositores a su gobierno y las ONGs quienes no quieren la construcción de ese camino, porque según dijo “no quieren la integración de los departamentos de Cochabamba y Beni”.
“¿Cómo es posible que se opongan a la construcción de este camino? cuando ya tenemos los recursos económicos garantizados, siempre habrá gente que se opone a la integración de nuestros pueblos”, afirmó.
No se trata de oponerse a la integración, hay muchas formas de integrar a los pueblos, pero la construcción de esa carretera en específico traerá muchos problemas ambientales. Más bien, los gobernantes de Bolivia deberían fomentar la integración de otra manera, escuchando a unos y otros sectores de la población y, consensuando con todos antes de tomar una decisión, sobre todo cuando se trata de decisiones que afectan a la gente que habita el país.
Por último, ¿a quién obedecerá Morales? A los indígenas y a las personas que están preocupadas por la biodiversidad del parque Isiboro Sécure o a los cocaleros, a todos los bolivianos o a una sola porción de población, a quienes le prestan el dinero o a los verdaderos intereses de Bolivia.
(*) Periodista
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