El Beato Juan Pablo Magno señaló reiteradamente que se ha ido imponiendo progresivamente una “cultura del fin de semana", del mercadeo sin límites, frente a las exigencias de la vida económica y social y, recordaba que "se ha implantado con demasía la práctica del weekend, entendido como tiempo semanal de descanso, que se pasa quizá lejos de la vivienda habitual y a menudo caracterizado por actividades culturales, políticas y deportivas, cuyo desarrollo coincide en general, con los días festivos. Se trata de un fenómeno social y cultural al que no le faltan ciertamente elementos positivos. Sin embargo, cuando el domingo pierde el significado original y se reduce a puro fin de semana, puede suceder que el hombre permanezca encerrado en un horizonte tan restringido que le impida ya ver el cielo".
También Benedicto XVI, en línea con su predecesor, ha venido reafirmando “el carácter sacro del día del Señor y la necesidad de participar en la Misa Dominical”, ante “el contexto cultural que vivimos, marcado a menudo por la indiferencia religiosa y el secularismo que ofusca el horizonte de lo trascendental".
Señala el Papa: "La Eucaristía es como el corazón palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia”. “Un ‘antídoto’, que obra en las mentes y en los corazones de los creyentes y continuamente siembra en ellos la lógica de la comunión, del servicio, de la generosidad, en realidad, la lógica del Evangelio”. “Como decían los antiguos mártires de Abitene: ‘Sin el Domingo no podemos vivir’ – sin el ‘Dominicum’, es decir, sin la Eucaristía dominical, no podemos vivir. Pero el vacío producido por la falsa libertad puede ser también muy peligroso, y entonces la comunión con el Cuerpo de Cristo es fármaco de la inteligencia y de la voluntad, para volver a encontrar el gusto de la verdad y del bien común”. La Misa, constituye el “corazón del domingo”.
Muchas cosas han ido cambiando paulatinamente, que repercuten en la convocatoria eclesial de los días festivos, incidiendo de manera directa en la práctica religiosa de los creyentes, y también en esa esencia misma del domingo como Día del Señor. Hay un trastoque en las condiciones laborales y de descanso y en nuevas formas de organización familiar; se ha impuesto una “cultura del ocio” que ha convertido el domingo “en un día carente de sentido” para muchos, especialmente los jóvenes que son los más vulnerables a esa permeabilidad. Hay una cadena entre esa “cultura del ocio” y la “cultura de la taberna”, así, el domingo servirá para descansar de los excesos del viernes y el sábado, y para que se aburran, los de la generación del bostezo, que no hallan qué hacer… salvo “vivir la vida a tope”.
En su hermosa Carta Apostólica sobre el Día del Señor -“Dies Domini”- el Papa Wojtyla, nos invitaba a redescubrir el significado profundo del Día del Señor, que va mucho más allá del precepto festivo, a sus verdaderas raíces cristianas, y detalla en ella las motivaciones doctrinales profundas que están en la base de la santificación de la fiesta, en la que el Papa denominó la misma fiesta dominical con cinco títulos diferentes:
1. El día del Señor. El día séptimo "Dios mira el hombre y el mundo con admiración y amor hacia sus criaturas”. El día del descanso es tal ante todo porque es el día «bendecido» y «santificado» por Dios, o sea, separado de los otros días para ser, entre todos, el «día del Señor». “Guardarás el día del sábado para santificarlo” (Dt 5, 12). “El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Ex 31, 15).
2. El día de Cristo. Los cristianos después de la redención, tomaron como festivo el primer día después del sábado, porque en este día tuvo lugar la resurrección del Señor y Pentecostés. Del séptimo día se pasa al primero. El día del Señor se convierte en el día de Cristo.
3. El día de la Iglesia. La comunidad cristiana es convocada a reunirse el domingo. «También puedes orar en casa; sin embargo no puedes orar igual que en la iglesia, donde son muchos los reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un solo corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de las almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes» (San Juan Crisóstomo).
Las retransmisiones radiofónicas y televisivas no dispensan de la obligación de participar personalmente en la celebración eucarística, salvo por motivos de grave impedimento.
4. El día del hombre. El domingo cristiano es día de fiesta y de gozo y, por tanto también de legítimo reposo, además, por la fuerza que encierra la celebración litúrgica dominical, debe ser el día de la solidaridad y de apostolado.
5. El domingo día de los días. Sí, porque es el alma de los demás días y representación de una jomada que no conocerá ni tarde ni mañana. Con la Resurrección de Cristo, el domingo es el día que revela el sentido del tiempo. No tiene parentesco alguno con los ciclos cósmicos, según los cuales la religión natural y la cultura humana tienden a ritmar el tiempo, indultando quizá el mito del eterno retorno. “El domingo cristiano, nacido de la Resurrección, atraviesa los tiempos del hombre, los meses, los años y los siglos, como una flecha direccional que los atraviesa, orientándolos al acontecimiento de la segunda venida de Cristo".
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.