Lo bueno es que de tanto insistir por fin se abrió la posibilidad de que algunas minas del país, especialmente las que estuvieran en condición de marginalidad para la operación de explotación de minerales, puedan convertirse en centros turísticos adecuando sus instalaciones a una nueva veta productiva, el turismo, que puede ser tanto o más rendidora que la original.
Naturalmente la fría imagen de una mina, con sus ambientes húmedos, posiblemente inundados, casi sin iluminación, salvo la de los mineros que se encuentren en travesía de los peligrosos parajes, puede resultar sólo una corta parte de lo que se definiría como una visita a la mina, pero permitiendo luego que en el mismo ambiente, debidamente acondicionado, absolutamente seguro, con buena iluminación y expertos guías los turistas puedan conocer con ejemplos vivos, lo que acontece en las galerías subterráneas de una mina.
Hay mucho interés especialmente en turistas norteamericanos y europeos por conocer de cerca y si es posible en “vivo y directo” las tareas que sacrificados mineros cumplen en los socavones horadando las entrañas de la tierra. En realidad establecer una muestra abierta de la minería tradicional en sus propios parajes y hasta con su misma gente, puede significar realmente el “boom” turístico que se esperaba aquí donde la minería tuvo su auge, su periodo de decadencia y su levante tecnológico que la sostiene.
La idea de ofertar un “producto turístico minero” no es reciente, ya en la década de los 80, justamente con la estrepitosa caída de la minería, se sugirió avanzar hacia una posición alternativa, convirtiendo las minas en “parajes de interés turístico”, muy pocos o casi nadie, ni siquiera las autoridades se interesaron en plasmar esa idea en una realidad productiva.
Mucho antes empresas privadas de la actividad turística y las autoridades del sector en Oruro sugirieron habilitar una “bocamina” que se encontraba en la “tetilla” extremo oeste de la ciudad, como una muestra del interior de una mina orureña, el proyecto interesó a ciertas autoridades pero el asunto no prosperó y más bien el sitio se convirtió en una urbanización habitacional.
La idea del presente de habilitar parajes de la propia mina San José resulta una interesante propuesta al incentivo de la actividad turística, tomando en cuenta el interés profesional en algunos casos; la idea del turismo de aventura en otros, la curiosidad y la relación mina, diablo y carnaval en el sentido de conocer con explicaciones claras los verdaderos atributos de la fiesta devocional y tradicional con seguridad que generará marcado entusiasmo entre los visitantes que con la debida oportunidad, y adecuada promoción se enteren que en Oruro la mina los está esperando.
Hay algo importante que señalar en este tema y es que las cosas no se pueden improvisar, tampoco pueden ser efecto de un entusiasmo coyuntural. La actividad del turismo para convertirse en fuente generadora de ingresos debe o tiene que manejarse profesionalmente, de ahí que la sugerencia es sencilla para que los dirigentes e impulsores de presentar la mina San José como producto turístico lo hagan en las mejores condiciones, de manera que la alternativa de diversificación sea efectivamente rendidora y multiplicadora de beneficios.
Fuente: LA PATRIA
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