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Domingo 03 de julio de 2011

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Revista Dominical

Misión cumplida

Javier Carvallo: El primer orureño en llegar al “techo del mundo”

03 jul 2011

Fuente: LA PATRIA

Con la bendición de la Virgen del Socavón y enarbolando las banderas de Bolivia, Oruro y San José • Por: Mónica Aramayo Quinteros - Editora General LA PATRIA

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Cumpliendo un sueño, probablemente concebido desde su infancia, el 13 de mayo, Javier Carvallo Contreras se convirtió en el primer orureño en llegar al “techo del mundo” como se define al nevado del Everest situado a 8.848 metros sobre el nivel del mar.

El monte Everest es la montaña más alta sobre el nivel del mar, con 8.848 msnm. Está localizada en el Himalaya, en el continente asiático, y marca la frontera entre Nepal y China. En Nepal es llamada Sagarmatha (“la frente del cielo”) y en China Chomolungma o Qomolangma Feng (“madre del universo”). La montaña fue nombrada Everest en honor de Sir George Everest, geógrafo británico, en 1865.

“Esto lo tenía pensando desde hace mucho tiempo. Fue como haber cumplido un sueño, como en toda profesión uno siempre piensa en superarse. Quería llegar a la cima del Everest o a cualquier otra montaña de más de 8.000 metros sobre el nivel del mar. Doble satisfacción por haber sido el primer orureño en llegar a esa cima”, cuenta y explica que en el mundo existen 14 montañas con altura de más de 8.000 msnm.

Javier Carvallo, cumplió la hazaña acompañado de la bandera boliviana, la rojo carmesí de Oruro, una bandera blanca con la “V” azulada”, que identifica al equipo de sus amores San José, junto a la imagen sagrada de la Virgen del Socavón, deidad religiosa de la que es devoto manifestación que la demuestra bailando cada año en su honor como parte de la cullaguada “Quirquinchos”

Es ex alumno del Colegio “Aniceto Are”, con formación militar y poseedor de una destreza absoluta en escalar roca. Presta servicios, con bastante demanda, como guía profesional en turismo de altura; actividad que la considera rentable lo que le permite tener una vida moderada, sin lujos, pero tampoco con limitaciones preocupantes.

Su expedición fue posible debido a que se animó a ser guía no pagado, pues cualquier viaje de éste tipo cuesta 40.000 dólares, él sólo pagó por concepto de derecho de ingreso al parque Sagarmatha, 10.000 dólares y 5.000 por uso de oxígeno, el pasaje desde Buenos Aires a Doha y Katmandú tuvo un costo de 2.000 dólares además del overol de plumas que mandó a fabricar con 350 dólares, adquirió botas invernales con 750 dólares y otros gastos, con los que en total invirtió cerca de 20.000 dólares para cumplir el sueño de llegar desde Oruro a la cima del Everest.

El expedicionario, como la parte negativa de su emprendimiento, aunque preferiría no recordar, se refirió al hecho de haber tocado una infinidad de puertas en busca del respaldo institucional, tanto a nivel municipal, en el Gobierno Autónomo Municipal, el mismo Gobierno nacional, y la empresa privada, sin ningún resultado positivo. Sólo la empresa Kairos de Santa Cruz atendió su solicitud y le financió el costo de los pasajes. No hubiera alcanzado su objetivo si no contaba con el apoyo familiar que le prestó la ayuda económica suficiente.

La expedición duró 2 meses, pues partió de Oruro el 26 de marzo, y tras todo el proceso y la preparación que demanda el desafió, tocó el “techo del mundo” el 13 de mayo llegó a la cima del Everest. Sólo la aproximación al campo base situado a 5.400 metros sobre el nivel del mar dura 10 días.

“Prácticamente vivimos allí. Subíamos bajábamos, los clientes tenían que aclimatarse a la altura. Si les metemos directamente, los matamos con un edema pulmonar, tampoco se puede subir cualquier día tenemos que esperar el momento del encuentro de dos corrientes térmicas, una fría y una caliente”, recuerda el guía que en Bolivia, trabaja precisamente en ese rubro como guía de turismo de altura, siendo un especialista en ascensos al Sajama, Illimani y Wayna Potosí.

La corriente del Tibet que siempre está sobre el Everest y la del Bengala que es caliente, y esta última sube desplazando la del Tibet, generando una temperatura acorde para el ascenso en la nieve, esto dura entre 3 a 4 días, periodo que se genera una especie de microclima que debe ser aprovechado para llegar a la cima del nevado.

“Nosotros hicimos cumbre en la primera ventana de buen tiempo, entre el 11 y 14 de mayo”, narró. Javier de 48 años de edad, tiene a su favor el hecho de ser un “hombre de altura”, pues nació en Oruro y como profesión tiene la práctica como guía en el turismo de altura. Cuenta ahora en su record personal el haber trepado un nevado situado a 8.848 metros del mar, que deja atrás su práctica habitual de ascender el Sajama de Oruro, situado a 6.542 metros sobre el nivel del mar.

El campo de aclimatamiento 1 del parque Nacional Sagarmatha, del cual forma parte el Everest; está situado a 5.000 msnm, el campo 2 a 6.400 el campo 3 a 7.000 y el 4 a 8.000 metros donde ya cuesta respirar y hasta dormir, lugar desde el cual Javier Carvallo, junto a otros expedicionarios demoró más de 10 horas para llegar a la cima, pues partieron a las 19:00 y llegaron a las 06:00 de la mañana del día siguiente. Junto a él partieron 13 personas y sólo tres llegaron a la cima.

“Allí a 8.848 metros y -30 ºC de temperatura, cada respiración duele desde dentro, los cristales de hielo lastiman la garganta, la cara se hincha al punto que parece ir a explotar, y un cordón umbilical unido a la botella de oxigeno, recuerda a cada segundo lo precario y mortal de la situación. Solo un diáfano y oscuro azul cielo me bañaba. Son momentos como estos donde los montañistas logramos sentir que pertenecemos a este mundo, y somos parte de él”, recuerda el expedicionario.

ORGULLO

Javier Carvallo, se siente orgulloso de ser el primer orureño en haber llegado a la cima del Everest, además que es el tercer boliviano que alcanza ese logro. El primero es Bernardo Huarachi, el segundo fue Carlos Escóbar, aunque hubo un tercero; Niels Antezana, un médico nacido en Cochabamba, pero radicado en Estados Unidos, con cuya nacionalidad se identificó para ascender el nevado, lugar en el que halló la muerte al momento de descender.

CEREMONIAS Y SIMILITUDES

El lado social de la expedición considerada como parte de la práctica del deporte de altura, le sirvió a Javier Contreras para realizar una lectura sociocultural, en aquella región del Asia, donde tuvo bastante contacto con los sherpas hombres cuyas características son muy similares a los altiplánicos, por sus rasgos somáticos.

En el campo base, donde los expedicionarios se aclimatan antes de emprender la expedición, se realiza una ceremonia conocida como “puya” presidida por un sacerdote lama que se encarga de leer las mantras u oraciones para pedir perdón, permiso y agradecer por el ascenso a la montaña, muy parecida a la ofrenda de la mesa blanca en los Andes bolivianos.

Javier Carvallo, narró que el equipaje es transportado desde el valle de Kumbu a lomo de yaks, animales que al igual que las llamas del altiplano son de carga.

Los viajeros reciben una especie de chalinas antes de emprender su expedición, además de ser bendecidos por un sacerdote lama. En el camino existen sitios rituales o altares de oración, casi iguales las apachetas del altiplano, monumento por el cual se debe pasar por el lado izquierdo, respetando las costumbres sherpas, al igual que a los monasterios.

“Lo revivo como en un sueño, pero es un recuerdo maravilloso de aquel 13 de mayo a las 06:00, donde lo único que parecía amable era el sol, acariciándome con dulzura y compasión. Y sin embargo, todo me agrada y me alienta para seguir y volver a vivirlo, no cambiaría nada, todo tal cual fue, maravilloso e irrepetible. Estaba parado en el punto más alto del planeta”, expresó.

Fuente: LA PATRIA
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