Una reciente decisión del Primer Mandatario de nuestro país refiere que su administración “buscará sin retrocesos instaurar relaciones diplomáticas con Estados Unidos de igual a igual, sin que existan imposiciones de ningún nivel”
Las relaciones entre Bolivia y EE. UU. están prácticamente “congeladas” desde septiembre del 2008 cuando el mandatario boliviano decidió la expulsión del embajador del país del norte, acusándolo de conspiración contra intereses nacionales tratando de desestabilizar la seguridad nacional. Junto al embajador dispuso también el alejamiento de la DEA organismo antidroga norteamericano.
Las reacciones no se dejaron esperar y Washington adoptó algunas medidas que por supuesto causaron su efecto en el sistema económico nacional con la exclusión de nuestro país del sistema de preferencias arancelarias Atpdea, dejando a los exportadores nacionales en difícil situación para compensar la pérdida de ese importante mercado externo. No fue todo, se redujo también la asignación antidrogas que servía para enfrentar al narcotráfico, total que en el plano real la medida nos afectó seriamente.
Desde entonces con diferentes actitudes, de uno u otro modo, se ha buscado un acercamiento para lograr un restablecimiento de las relaciones diplomáticas pero el asunto no es tan fácil, hay una serie de requisitos que se deben cumplir y que no son tan sencillos como “hacer sana sana” y todo vuelve a la normalidad estamos en franca desventaja, aunque pongamos por delante los derechos internacionales que nos asisten y saquemos a relucir los valores que tenemos como país libre e independiente.
Lo importante es que hay buenas intenciones y que en esa dirección se espera reciprocidad en la nación del norte, para que comprendiendo más las razones que los impulsos coyunturales se definan políticas de solidaridad tomando en cuenta intereses recíprocos, aunque no tengan el mismo peso en la balanza de la realidad pero sí en el efecto demostrativo de solidaridad y sobre todo de amplitud para alcanzar objetivos de mejor convivencia, respetando las condiciones de respeto desde las más elementales en materia de diplomacia, como las otras que son complementarias en la vigencia de una variedad de acuerdos que son parte de un intercambio dinámico para mover la economía y los vínculos comerciales propios de cada Estado.
El planteamiento boliviano de establecer una relación “de igual a igual” como condición para reiniciar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos tiene un sentido más de simbolismo cívico patriótico que efectivamente práctico y material, pero que merece la atención de las autoridades estadounidenses para demostrar una vez más que por encima de cualquier factor de poderío se puede imponer un sentido de cooperación racional y elemental para evitar que las malas relaciones sigan entorpeciendo la posibilidad de trabajar con amplio criterio amistoso en el establecimiento de programas que recíprocamente tengan beneficio común y utilidad práctica.
El desarrollo productivo sin más retribuciones que el respeto a las normas acordadas de mutuo consentimiento y que no signifiquen de modo alguno injerencia o condicionamientos especiales, puede ser la mejor forma de solucionar un impasse que data de casi tres años y que marcó más perjuicios en nuestra economía.
El punto racional de relaciones sería de “igual a igual”, lamentablemente no todos los países son iguales, por tanto deben superarse las diferencias haciendo prevalecer las reglas de cada uno en estricta observancia de la realidad en que vivimos, la amistad que cultivamos y los resultados que esperamos.
Fuente: LA PATRIA
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