Jesucristo el Dios-hombre tiene un corazón, que bien podría ser considerado como el Corazón del mundo. Él, como Dios, creó todas las maravillas de la creación visible. “Ha creado el mundo visible en toda su riqueza, su diversidad y su orden… Nada existe que no deba su existencia a Dios creador. El mundo comenzó cuando fue sacado de la nada por la palabra de Dios; todos los seres existentes, toda la naturaleza, toda la historia humana están enraizados en este acontecimiento primordial: es el origen gracias al cual el mundo es constituido, y el tiempo ha comenzado” (Catecismo de la Iglesia Católica, 337, 338). Finalmente creó al hombre: el reloj-maravilla de este Dios tan inclinado a los hombres.
Es el Corazón que gobierna el mundo. Ha dado cuerda a los astros, que no cesarán en su carrera hasta que Él mismo los detenga. Ha agitado los mares para que expongan su misterioso flujo lamiendo continentes. Ha formado la arcana atmósfera donde surcan desde el cóndor hasta el gorrión, y de cuyo efluvio respiramos todos. Ha vestido de toda la paleta de gamas posibles las flores con perfiles asombrosos. Dio impulso al inmenso trompo de toda la Creación que sigue girando solo a la fuerza de su divino poder.
El Corazón del mundo; en Canadá y en Egipto, en Japón y Noruega, en Australia y en Bolivia, todo es igual, ya que no se mueve ni uno solo de los seres sin su permiso y sin su ayuda. La vida humana es una sucesión de instantes, cosidos elegantemente uno a otro, por la mano sabia y poderosa de Dios. Lo mismo las plantas que las libélulas ostentan su misterioso organismo según la invención del Ser Supremo que los está creando cada momento, pues que la vida es una creación repetida, reinventada.
Junio es un mes en el que, con acierto, se dedica una atención especial al Corazón de este Dios que vino a redimirnos con su dolor. Es el homenaje merecido al Corazón del mundo, ya que todas las rueditas que mantienen el movimiento astral, como el ecológico y el humano, son creadas, movidas y sabiamente dirigidas por Dios.
Siempre se ha considerado el corazón humano como la fuente del amor, como el motor de la dilección, como el manantial de la buena voluntad, como el volcán de la fuerza y energía que se despliega en todos los seres animados e inanimados.
Al consagrar el mes al Corazón de Jesús, lo dedicamos a su Amor, que le convirtió de puro Dios en Dios-hombre sujeto a las dolorosas vicisitudes humanas; recordamos el poema maravilloso de su Amor que culmina en la Cruz entre acerbos dolores; rumiamos las enseñanzas altísimas, nítidas, santas, de este Corazón que apasionadamente ama a todos; tratamos de pagar con obsequios espirituales los dones fabulosos que nos donó; pretendemos acercarnos al Amor con nuestro limitado amor, para dárselo todo; procuramos honrar la dignidad del Ser sobre todo ser de quien recibió la llama de la vida.
No es un homenaje meramente sentimental, sino el reconocimiento de lo imposible posibilitado; que Dios se acercara tanto al hombre a todo el hombre, que rozara el mezquino corazón humano con un Amor chorreando sangre desde la Cruz.
Fue el Corazón del mundo, con su creación de la nada; es el Corazón del mundo por su conservación con su sabiduría y su Amor siempre fresco y siempre benéfico.
(*) Director Nacional Pioneros de Abstinencia Total
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