Lo que está aconteciendo actualmente en Perú es la consecuencia inmediata de un aparente cambio en el modelo gobernante con el triunfo de Ollanta Humala, que para muchos asumirá un rol extremo de cambio imponiendo un modelo “izquierdista” favoreciendo a las grandes mayorías, las que ya se sienten dueñas del poder y comienzan a mostrar los dientes.
Los espectadores de países vecinos, incluyendo el nuestro, ven con mucha preocupación esa opción de cambio en el Perú que hasta poco antes de la segunda vuelta electoral se mantenía en un límite de pacífica gobernabilidad y con un alto índice de reconocimiento en su ventaja económica sobre otras economías de la región.
El mayor problema se origina en un rechazo de comunarios de Puno que se oponen a la ejecución de actividades mineras en ese departamento andino del sur peruano, aduciendo peligro de contaminación y otras posiciones que, según los mismos, no pueden realizarse mientras no se logre la autorización de los grupos originarios, mediante una “consulta previa”, exactamente como se plantea en Bolivia, donde rige una disposición expresa al respecto y que también ocasiona problemas al Estado en torno a las actividades mineras y petroleras.
“Las papas queman” y las actitudes de persuasión no han servido de nada, hasta forzar por la presión y la violencia al gobierno de Alan García a cancelar la licencia del proyecto que emprendía la canadiense Bear Creek, trámite que culminó en la emisión de un decreto específico para tranquilizar la región y restablecer el orden constituido.
Los dirigentes del sector campesino de Puno señalaron que “en adelante cualquier proyecto minero o petrolero deberá pasar por el mecanismo de la consulta previa”, entendiéndose por lo observado que será muy difícil encarar proyectos de explotación de recursos naturales en esa región minera del Perú.
Actualmente todavía existen factores adversos en lo que corresponde a la situación reinante en el país vecino, pues las tendencias políticas que entre otras cosas se encuentran marcadamente divididas y casi con igual peso en la balanza del criterio ciudadano, no darán lugar a la aplicación de cambios extremos en el futuro, pues la gran mayoría de peruanos quiere seguir viviendo en paz y bajo alternativas de crecimiento económico.
El nuevo mandatario, que moderó sus últimos discursos antes de ser electo por escaso margen, tiene en adelante una dura misión que cumplir, justamente esa que se relaciona directamente con el criterio triunfalista de algunos sectores sociales y la posición de la otra mayoría peruana empeñada en desarrollar grandes emprendimientos, especialmente mineros y petroleros para continuar con el crecimiento acelerado de su nación.
En todas partes se cuecen habas y en la olla de al lado se pueden quemar las papas, de ahí que en un mes que falta para que el nuevo presidente asuma su cargo pueden pasar muchas cosas, aunque Humala ya reflexionó a sus seguidores para que calmen sus ímpetus y eviten una transferencia de mando que aparte de los símbolos de la investidura presidencial, tenga que incluir las papas calientes.
Fuente: LA PATRIA
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