Según los entendidos en materia económica y finanzas estatales, en los países que se obtienen ahorros públicos, la mejor inversión de los mismos se dirige a estimular y concretar proyectos de desarrollo colectivo tomando en cuenta que los recursos ahorrados son de la comunidad y a ella deben servirla.
Entre muchas apreciaciones de economistas hay algunas que ponen en duda los montos que estuvieran en custodia del ente emisor, en este caso el Banco Central de Bolivia y que en su apropiación correcta corresponde a “reservas internacionales”, que no son justamente las de ahorro público, estas últimas por tanto son específicamente de propiedad comunitaria y su uso correcto debe facilitar la puesta en marcha de todos los planes que signifiquen estímulo a la productividad con miras a la recuperación de capitales y su diversificación, de tal suerte que esos fondos no se pierdan, no disminuyen y más bien después de cada operación de incrementen.
Hay un detalle de concepto entre usar el ahorro nacional en programas de desarrollo comunitario, que no es lo mismo que acudir a las reservas internacionales para los mismos fines. Según los expertos las “reservas internacionales están en custodia en el Banco Central, sólo custodia, por tanto no son de libre disponibilidad, ni siquiera por parte del Gobierno”, porque su destino necesariamente está comprometido con obligaciones ya definidas.
Es absolutamente justo que los ahorros públicos sirvan para fines de crecimiento social, esto quiere decir estimular la creación de empresas productivas, fortalecer otras que necesitan inyecciones financieras y asegurar por esa vía la creación de más empleos y naturalmente la percepción de utilidades, por conducto de impuestos, regalías y otros sistemas de beneficio que sirvan al Erario Nacional y se redistribuyan en departamentos y regiones.
Pero de la apreciación teórica dista mucho a la aplicación práctica de los buenos deseos porque el gran problema que sopesa la economía nacional está precisamente en establecer el carácter de plena responsabilidad en quienes se hagan cargo del buen uso de los ahorros públicos, con inteligencia y criterio pero sobre todo con un estricto control y adecuada fiscalización de manera que ni un solo centavo se dilapide en acciones contrarias al interés común.
Nadie podría oponerse al buen uso de los ahorros públicos si de la manera más correcta, más amplia y segura se muestra que esos fondos que son del pueblo servirán para mejorar sus condiciones de vida, especialmente de las generaciones del presente, abriendo perspectivas para el futuro, con planes que por su efecto se conviertan en obras productivas y no se pierdan en las malas inversiones políticas, que atentan contra el ahorro público de los bolivianos.
No estamos haciendo apreciaciones antojadizas en varios gobiernos se han utilizado dolosamente esos recursos, con dolorosas experiencias, una de las más grandes y que recién después de muchos años saldrá a flote es el caso de Karachipampa, o algunas de las recientemente habilitadas de la línea “bol” que todavía no rinden frutos, como las de papel, cartón y otras que con uso de los ahorros públicos todavía no sirven a los fines del crecimiento productivo.
Como puntualizan los expertos en el caso de los ahorros públicos todo dependerá de quién tendrá la suficiente capacidad de utilizarlos debidamente para fomentar la inversión pública nacional.
Fuente: LA PATRIA
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