¿Seguiremos como el cangrejo? o nos decidimos a mirar para adelante
26 jun 2011
Por: Ximena Miralles Iporre
Al iniciar la lectura del libro titulado Basta de Historias, de Andrés Oppenheimer se entra en contacto con datos alarmantes sobre la educación en Latinoamérica, pese a que las encuestas de opinión señalan que la mayoría de los latinoamericanos está satisfecha con sus sistemas educativos.
No obstante, el autor señala que por esa misma razón los latinos somos muy conformistas y no tendemos a mejorar nuestros sistemas de educación, refiriéndose a toda la educación desde el nivel Inicial hasta el universitario.
Por otra parte, señala a la humildad como un factor fundamental para crecer y mejorar, pues cuando uno cree que ya lo sabe todo y que está en la cima del mundo tiende a quedarse ahí, sin embargo, no se puede hablar de una sola cima, sino que una vez que se ha alcanzado una meta, por lo general se presentan desafíos aún mayores y si no estamos preparados para enfrentarlos pues nos quedaremos y de ser los campeones pasaremos a ser mediocres y luego obsoletos.
Aunque nos cueste aceptarlo, el mundo se mueve de manera global hacia adelante y si no nos movemos junto al resto de los países volveremos a formar parte de la lista de los subdesarrollados.
Un ejemplo de lo que nos falta en educación es que tenemos que recurrir al dinero y a la tecnología de otros países para tener un satélite, en lugar de desarrollarlo nosotros mismos para avanzar en cuanto a industrialización y dejar de ser simples exportadores de materia prima.
La clave, según Oppenheimer, con la cual la autora del presente artículo está plenamente de acuerdo, es la educación, como indicamos anteriormente, desde el nivel inicial hasta el universitario. En los países que han comenzado a ponerse casi a la par de las potencias mundiales, la profesión del maestro es muy respetable y los salarios son altos, pero éstos brindan calidad de educación.
Sin el ánimo de agraviar a nadie, muchos de los artículos o cartas de nuestros maestros bolivianos tienen una ortografía que deja mucho que desear, lo que lleva a pensar que si ese es el nivel educativo de los profesores, de los mentores, cómo será el de los alumnos, a menos que éstos últimos superen a sus guías.
Finlandia, de ser un pequeño país exportador de materias primas ahora ha subido en los rankings mundiales y exporta tecnología, según su presidenta, Tarja Halonen, el secreto de su raudo crecimiento es “educación, educación, educación”. En su país las escuelas en el nivel primario tienen tres maestras, una titular, una auxiliar, para ayudar a los niños cuando no entienden algo sin interrumpir la clase y, en un aula adjunta, otra maestra especial que nivela a los niños que no van al mismo ritmo que el resto de la clase, pues en lugar de aplazar a los niños y denigrarlos por eso, lo que hacen es nivelarlos y reinsertarlos en el aula una vez que están listos para continuar con el resto del grupo.
Un dato alarmante respecto a América Latina es que en el ranking de las 200 mejores universidades del mundo, según encuesta realizada por el suplemento educativo del Times de Londres, la única latinoamericana que figura es la Universidad Autónoma de México (UNAM) que aparece en el puesto 190, por supuesto, Harvard de Estados Unidos es la número uno.
Lo que ocurre en Bolivia como en el resto de los países latinoamericanos es que los gobernantes están mirando hacia el pasado, ocupados en revivir héroes, resucitar muertos, pasear los restos mortales de los próceres en lugar de ocuparse por impulsar la educación.
Peor aún en Bolivia, porque en lugar de elevar la autoestima de la gente brindándole educación de calidad desde la niñez, el Gobierno fomenta el desprecio a los profesionales, el odio por lo que no es originario, se quiere regresar al conocimiento del Tahuantinsuyo y del incario, pero esas son civilizaciones ya desaparecidas, a lo mejor, al igual que esas civilizaciones lo que se busca es desaparecer. Asimismo, se desprecia la meritocracia y se valora el hecho de ser sindicalista o agitador de masas, siempre y cuando respondan a los intereses del Gobierno. Es decir, estamos yendo como el cangrejo, para atrás, para atrás, en vez de mirar al futuro con optimismo y caminar hacia adelante.
Lo que se tendría que hacer para evitar la deserción escolar es acudir al sistema educativo finlandés y apoyar a los niños que se van quedando rezagados en lugar de lastimar su autoestima y aplazarlos, tampoco ayudará un bono (dinero) que además es discriminatorio, pues no llega a todos los niños del país, sino sólo a un grupo de alumnos del nivel primario y de escuelas fiscales. No está demás señalar que la educación en Finlandia desde el nivel inicial hasta la universidad es gratuita. Es más, a los universitarios se les ayuda también con el alojamiento y la comida, pero es muy difícil acceder a una universidad porque el nivel de los estudiantes tiene que ser realmente bueno, por lo que los estudiantes se dedican y se exigen a sí mismos para ser los mejores.
Por el bien de nuestro país y sus habitantes, ojalá que el Gobierno deje de preocuparse por el pasado, se olvide de rencores contra sus opositores y comience a prestar más atención a la educación, para convertirla en un insumo de calidad.
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