Anoche me habló mi Ángel de la guarda y me dijo: “Ya está bien de tanto baile, de tanto jolgorio y de tanto coqueteo con el Dios Sol y la Pachamama, tiene que llegar el momento de la reflexión y me parece ésta una fecha oportuna porque mañana se celebra en todo el mundo católico el Día del Corpus Cristi”.
Mi Ángel calló y esta mañana, cuando vino mi comadre Macacha para preguntarme qué parte de mi cuerpo me dolía para llamar a un especialista, le respondí que no me dolía nada y ella se asusto creyendo que yo había entregado la herramienta para siempre; cuando comprobó que yo estaba vivito y coleando, se alegró y me pidió que alistara mis mejores galas porque hoy es Corpus Cristi e iríamos juntos a la Procesión del Santísimo Sepulcro.
Pregunté a mi pariente espiritual qué relación tenía el vestir buenas pilchas con la procesión que se realizaría en todas nuestras ciudades y en todos nuestros barrios, respondiendo Macacha que desde que era niña había escuchado decir a los cochabambinos: “Corpus Cristi, Corpus Cristi, cuando todo “kara” se viste”.
Entonces, vistiendo mis mejores galas adquiridas en la Feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto casi todas marca “USADI”, tomé del brazo a mi comadre y nos dirigimos al templo de la Exaltación en Obrajes para luego participar de la Procesión de la Santa Hostia guardada en una artística custodia.
Miré al gentío del cual formábamos parte y estábamos todos: santos y pecadores, con excepción de nuestros gobernantes que no asisten a actos cristianos porque nuestro Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico es laico. Cuando le conté este hecho a mi abnegada protectora, Macacha se santiguó y exclamó: “¡Pobres almas que renunciaron a besar la Santa Cruz y prefirieron levantar su puño amenazador!”
Mientras avanzaba la multitud cantando himnos de amor y paz detrás de la hostia consagrada, no pude menos que decir a mi acompañante cochabambina: Acuérdese, comadre que hoy en todas nuestras ciudades y pueblos, Jesús presente en la Hostia es seguido por millones de paisanos nuestros, y es amado y es bendecido sin repartir dólares venezolanos ni campos de fútbol con césped sintético.
“Así es, compadre –dijo Macacha- y comenzó a cantar con todos los fieles cristianos que hacían multitud con nosotros algunas estrofas que yo canté cuando era niño: “Cristo es el Rey de las Naciones, los pueblos son sus esclavos, los reyes son sus vasallos, él manda, él reina, él es Dios…”
Al concluir la procesión de la Santa Eucaristía nos sentimos limpios de alma y de corazón luego de haber cometido varios desvaríos tales como buscar la alegría bailando ocho kilómetros ayudados por galones de cerveza, y después de haber viajado a Tiwanacu para coquetear con la Pachamama y haber buscado energía cósmica en los primeros rayos del Dios Sol en el año nuevo de 5519.
Aquellas fiestas nos hicieron mal. La fiesta del Corpus Cristi nos llenó de sana alegría y felicidad espiritual.
Ese momento volvía recordar al poeta francés Paul Claudel quien dijo: “Sólo hay una tristeza, y es la de no ser santos”.
PAULOVICH
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