Los cambios que se efectúan en cada gestión política al Plan de Desarrollo Departamental (PDD) constituyen la mayor traba a la ejecución de proyectos y al seguimiento de los mismos hasta que estén concluidos y sin problemas de ninguna clase, empero los cambios exclusivamente de orden político ponen en tierra las buenas intenciones y todas las posibilidades de cumplir objetivamente una agenda de trabajo y sus cronogramas de ejecución.
Lo que está sucediendo en nuestro departamento es realmente preocupante, pues son muchos los proyectos elaborados y consignados de manera repetitiva y sólo con algunos cambios de matiz partidario en lo que corresponde a los ya famosos “PDDs”, que dicho sea de paso, tienen el sello de cada gestión prefectural, inclusive la última que avanzó a paso de tortuga y con serias fallas de orden administrativo.
Ya se ha dicho que “no hay dónde perderse” en lo que corresponde a las urgentes necesidades del departamento, desde los proyectos prioritarios para concretar el desarrollo sostenible, como los otros que son componentes de los emprendimientos mayores y consecuencia lógica del avance de los que generen recursos para emprender los siguientes, también con orientación muy especial en su ejecución y su rendimiento permanente.
Lo que se observa es que cada autoridad quiere ganar a la anterior en el número de proyectos incluidos en el PDD, no importa si en muchos casos se cambian los denominativos y hasta algunos valores como justificativo para que en el momento dado, la “placa” de entrega consigne a la última autoridad, aunque la obra se arrastre de hace muchas gestiones atrás.
En el momento actual surge otro factor adverso a la posición coyuntural de una autoridad, que ignorando a su Asamblea Legislativa Departamental, quiere imponer un plan de desarrollo que a simple observación no estará compatible con los lineamientos que marcan por ejemplo las instituciones localistas, toda vez que de aquí adelante el desarrollo departamental debe adecuarse al sistema autonómico a definirse en consenso para no seguir siendo parte de la negativa dependencia centralista.
Hay que tomar en cuenta que el saldo económico de la anterior gestión arrojó un millonario déficit lo que influye negativamente en el comportamiento administrativo de la gestión en curso, que debe pagar los errores de la anterior autoridad a la que nadie le cobra nada, pese a los casos denunciados y comprobados de malos manejos económicos. Aún con ese problema ya se menciona que hay otro PDD que no se sabe cómo será cubierto, tomando en cuenta que los recursos de la Gobernación están comprometidos en alto porcentaje para cubrir deudas y no planes de desarrollo.
Si se hace un recuento del cumplimiento de metas del PDD en ejecución, el anterior por supuesto, los resultados son negativos, excepto algunos planes de electrificación o captación de agua potable en algunas localidades rurales. Pero los planes que significan mejorar el sistema productivo regional y establecer con firmeza el verdadero desarrollo de Oruro no puede ser sólo parte de la teoría repetitiva de otro PDD, ahora hay que exigir la demostración explícita de las posibilidades de encarar los proyectos orureños, pero de manera tangible y en forma pragmática, lo demás es cuento y nada más.
Fuente: LA PATRIA
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