Prácticamente consolidados los resultados electorales en el hermano país del Perú, lo que se observa es que esa nación vecina confronta prácticamente lo que se llama un “empate técnico”, aunque las cifras y por reglas establecidas para una segunda vuelta electoral en ese país, da como ganador al que tiene la simple mayoría, es que Ollanta Humala con su partido Gana Perú, se impuso con el 51,4 por ciento sobre su contrincante Keiko Fujimori de Fuerza 2011, que alcanzó el 48,5 por ciento. Una diferencia de sólo 2,9%.
Con tal diferencia es imposible hablar de un Perú unido y triunfador, todo lo contrario, según los analistas los peruanos perdieron el norte de su proyección y las cifras finales menciona lo que también se denomina “miti y miti” es decir mitad y mitad, como casi resultará la conformación del parlamento vecino con una mínima diferencia de sólo “cabezas”, como en las carreras de potros.
Si hay algo que favorecerá al nuevo mandatario es la economía en que se encuentra el Perú, con interesante ritmo de crecimiento, con un apoyo muy fuerte de sectores inversionistas conscientes de la vigencia de un proceso de libre mercado que ha permitido alcanzar objetivos muy concretos en materia de desarrollo y disminución de la desocupación, aunque sin eliminar todavía el factor de la miseria reinante, pero menor que antes.
Las cifras que se rescatan del último informe del organismo de estadísticas del Perú refleja por ejemplo un crecimiento del 7%, el Producto Interno Bruto (PIB) estuvo muy cerca del 10%, la inflación no pasó del 2% y el desempleo es sólo algo superior al 6%. Realmente una relación numérica envidiable y que se refleja con mucha claridad en el modo de vida de la mayoría de los peruanos, que sin embargo optaron por el experimento del “cambio”, dividiendo sus votos por una posibilidad que si mantiene el modelo y las condiciones vigentes en la actualidad, puede superar los promedios descritos, de lo contrario puede que las cifras de bienestar cambien, en la medida que el cambio esperado no llegue.
Si hay algo que de momento tranquiliza a la gran población peruana son los compromisos iniciales del presidente Humala, cuando señala que no efectuará nacionalizaciones, que mantendrá una economía de libre mercado y que garantizará las inversiones. En ese contexto la situación de la minería en el Perú tomó carta de ciudadanía por los beneficios que proporciona al Estado y a las regiones con un abierto y tangible desarrollo que sienten todos los peruanos. En el caso concreto de este sector productivo el electo presidente afirmó que “no nacionalizará la minería”, aunque definirá una nueva escala tributaria que con seguridad estará dirigida a lograr una tajada más de ganancias en la distribución de los beneficios del sector.
Por lo demás, ya definido el resultado electoral lo menos que preocupa a los peruanos es la influencia del denominado “esquema izquierdista” que crece en la región sudamericana, pero que no afectará decididamente en la continuidad que Ollanta Humala debe dar a las políticas de su gobierno para mantener las condiciones de bonanza y seguridad que heredará y que no le conviene perderlas. En todo caso otros ejemplos del proceso revolucionario de izquierda en el continente deben ser vistos con ojo crítico, caso del Brasil que sube, la Argentina que se defiende o el caso Venezuela y otros que se debaten entre problemas sociales y ansiedades ciudadanas.
Mitad y mitad, no es precisamente la mejor fórmula de gobernabilidad, pero por lo menos en el Perú es parte del respeto a la democracia y al voto del pueblo.
Fuente: LA PATRIA
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