Caminando por la plaza 10 de Febrero, por las noches cuando probablemente uno se encuentra de paseo u ocasionalmente pasando por el lugar, sobre todo los jueves y viernes encontramos a un grupo de jóvenes, contorneándose, haciendo una especie de acrobacias en pleno kiosco principal y ¿cuál el pensamiento que nos viene a la mente?, con seguridad la respuesta en la mayoría de los casos, será que se trata de una pandilla (Liga que forman algunos para engañar a otros o hacerles daño. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española-RAE), que se adueñó de este espacio público.
Sí, se trata de una pandilla, pero, también recogiendo las definiciones de la RAE, es una pandilla concebida como un “grupo de amigos que suelen reunirse para divertirse en común”.
En principio pensar en acercarse a conversar con ellos provoca cierto miedo, por la pre-concepción errónea de estarían consumiendo bebidas alcohólicas o incluso droga, pero superando esta barrera por demás equivocada, uno se contagia de toda la energía positiva que traen estos jóvenes que asumieron la práctica del break dance como un deporte extremo.
El break dance es un baile que combina una serie de movimientos aeróbicos y rítmicos, influenciados desde bailes aborígenes, artes marciales, gimnasia, y el funk. La lista de los movimientos es enorme y requiere gran dedicación y disciplina para llevarse a cabo. Los movimientos del bboying se pueden clasificar en 4 ramas: toprock (baile de arriba), footwork (trabajo de pies), power moves (movimientos de poder) y freeze (congelados).
CONVERSANDO CON ELLOS
“Nos dicen kh’olos, drogos y piensan que chupamos. Eso no es así, más bien el lema que nos une en esto es: Cero Alcohol”, responde uno de ellos, para referirse al la concepción errada de la mayoría de quienes los ven posesionados en el kiosco.
Roto el hielo y la formalidad de la conversación entre periodista y protagonistas del espectáculo nocturno, que no tiene otro afán que motivar la práctica del break dance, los jóvenes toman confianza y se “sueltan” incluso en su lenguaje y comenzaron a llamarse por sus apodos y bromear entre ellos.
No tienen un nombre específico, pero se trata de 27 jóvenes dos de ellos mujeres, comprendidos entre los 11 a 27 años y que con diferentes historias por detrás se incorporaron al grupo del cual ahora se sienten orgullosos. De a poco su fama está creciendo, pues son requeridos para ofrecer espectáculos de danza, en fiestas de 15 años, matrimonios o en programas televisivos.
Al más pequeño le dicen “Mote” pero se llama Hugo, con un entusiasmo todavía infantil, se esmera por hacer una buena demostración de su baile.
“Máster” es el maestro, tiene bastante experiencia en este baile y es el “capo”, su nombre es José, quien con la serenidad de la sapiencia se atreve a comparar esta práctica con un deporte extremo.
Luis, es el “Pibe”, apodado así porque vivió un tiempo en Argentina, pero se buena gente, “es un cuate”. Casi por la misma razón a Herlan le dicen “Gaucho”.
El más abierto a la conversación y quien se esmera por narrar la historia del grupo es Nelson con orgullo dice que lo apodaron el “Popping”, por el movimiento en su baile, que es similar al “Pum”, “Pum” de la música.
A Rudy le dicen “Tony” y es reconocido por mostrar una danza similar a las artes marciales y “Moncho” (Ramón) es el más nuevo, así lo califica su amigo Juan Luzio apodado “El Bombazo” por ser el que salta más alto, casi de manera similar a los personajes de lucha libre.
“El Vaquero” es Alberto, porque la perspicacia de sus compañeros lo calificó así en virtud a su forma de vestir, como un vaquero, mientras que a Omar le dice “Tae Kwon Do” por su habilidad en la práctica de las artes marciales. A Carlos Arancibia Colque lo llaman “Loco” por los trucos al bailar, “se lanza nomás”; Gustavo Ríos es “El Chamaco”, por ser alto y robusto, “es una mole, con cara de niño”. Entre otros jóvenes está Filemón apodado “Fili” y “El Relojero” es Rodrigo al que mejor le sale el truco del reloj.
Con una gracia particular, “Popping” cuenta que por ejemplo cuando estaba cumpliendo el Servicio Premilitar, se inventaba arrestos para salir de su casa, vestido con el uniforme. “En mi mochila, llevaba mi otra ropa y me iba a ensayar, a veces hasta los Arenales, para practicar los aéreos y mortales. Sé que mi má se va a enojar cuando se entere, pero no hacemos nada malo. Esta es nuestra pasión”, narra.
En el ambiente de confianza creado para recoger los testimonios, algunos cuentan que antes practicaban el break dance en la Casa Municipal de la Cultura, hasta donde llegaron otros jóvenes y los invitaron a sumarse al grupo de la plaza. “Había un antiguo, Nelson se llamaba, él nos hizo algunas demostraciones, para nosotros eso era aluci…”, dice uno de ellos.
“CERO ALCOHOL”
La energía positiva de los chicos del break dance, se transmite en minutos, cuando uno se acerca a conversar con ellos y a veces ni siquiera hace falta el cruce de palabras, sólo es suficiente detenerse un momento para apreciar el contorneo de sus cuerpos y la destreza en el baile de cada uno que es “capo” en algo, pero, si todos mentalizados con el lema “mente sana, en cuerpo sano”.
“Ese lema está muy trillado pero es cierto”, comenta uno. ¿Y fuman…? preguntamos. Llueven las respuestas “no”, “nada que ver”, “changos todavía somos”, etc. y la que resume todas las exclamaciones es: “si fumas o farreas ¡te jodes! y ya no puedes bailar, entonces es mejor que te alejes”.
“Esto te tiene que gustar y de por sí te disciplinas”, dice “El Bombazo”, “Yo por ejemplo veía en la tele y comencé a practicar, luego encontré al grupo y aquí estoy. Además aquí me quito el estrés de las tareas del cole”, confiesa.
Así con la vivacidad de la adolescencia, estos jóvenes no quieren ser vistos como una pandilla de mala fama. “Somos cuates, a veces vienen los polis y como a borrachos nos dicen recójanse, aunque otros ya nos conocen que no hacemos nada malo, por el contrario ofrecemos un espectáculo”, reclama uno de ellos.
“Nos dicen: ¿por qué no se dedican al fútbol?, pero ya no pues, es muy común, esto también es deporte, aunque nadie nos apoya”, comenta otro, mientras el otro amigo refuerza el mensaje indicando que muchos son evangélicos que hermanados con los católicos, gozan del break dance.
Reconocieron que la única empresa que les ofreció apoyo es la Fundación Multisectorial “Nuevo Amanecer” que comprometió la entrega de uniformes deportivos. “Quisiéramos que nos den muñequeras, cascos, aquí jodido es practicar”, dice otro de los jóvenes.
Cada uno tiene una proyección personal particular, ser profesionales, técnicos, dedicarse al arte y otras visiones, pero, por ahora se sienten como una familia cuyos miembros a la misma hora y en el mismo lugar se reúnen los jueves y viernes para perfeccionar la práctica de ésta danza.
Fuente: LA PATRIA
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