Claro que se chingaron y antes que critiquen paso a explicar con detalle el mejicanismo que es tan boliviano que ya ha 1609 aparece en el “Diccionario y maneras de hablar que se usan en las minas y sus labores en los ingenios y beneficio de los metales (1609)” cuya escritura corresponde a García de Llanos. La obra que menciono se publicó en el año 1983, con un estudio de Gunnar Mendoza y comentario Thierry Saignes y corresponde a la serie fuentes primarias que editó el Museo Nacional de Etnografía y Folklore dependiente de la fundación del Banco Central de Bolivia.
Siguiendo el diccionario, apuntado con el Nº 77 apunta lo siguiente: “Chingarse las vetas: dícese de chincani, que significa perderse o desaparecerse y así cuando una veta se estrecha mucho o se pierde de todo punto se dice que va chingada/ o que se chingó, y sucede ser la manera que a veces se sigue a bulto o a ojo a poco más o menos hasta volver a hallarla. Y lo mismo se dice de un suyo solo, cuando falta en él la veta aunque en otros vaya bien descubierta, o cuando se estrecha mucho en él, a lo cual se dice volver la veta o el suyo porque vuelve a descubrirse el metal de él.”
Como se verá según el diccionario la palabra chingar vendría de chinkaska, perdido en quechua, seguramente palabra popular en ese entonces, hizo un recorrido hasta Méjico donde la gente la popularizó especialmente en el ámbito urbano y las gentes del pueblo.
A raíz de las telenovelas y las películas allende el mar, ésta “palabreja”, según dirían muchos entendidos, también tiene sus círculos de parlantes, ante los cuales solíamos decir, no con mucho afecto: ¿qué es eso de copiar? Resulta que probablemente copiamos lo que nos copiaron y sin desparpajo alguno me adscribo a hablar con el significado de ésta palabra y sus figuras que parten de él. Puede también ser parte de una terminología durante el ir y venir de tecnología en el rubro minero entre Potosí y las minas de la Nueva España. Las primeras crisis de la minería ocurre durante las décadas 40 al 60 del siglo XVI y de allí a los principios del siglo XVII donde ya existe una declinación del auge minero en Potosí. Sin embargo de ello la tecnología minera existente en Bolivia (se menciona ya Oruro en el texto) sea todavía un eje de última tecnología en las colonias y por eso la exportación de términos como el que nos ocupa.
A decir de Gunnar Mendoza el mencionado diccionario ha sido elaborado, mediante un concienzudo relevamiento de datos orales de los trabajadores mineros (indios/españoles) y científicos de la literatura existente hasta ese momento, queda indicar que el Arte de los metales de Alonso Barba o el diccionario de Bertonio son posteriores.
Dejo por cierto, que en el ámbito de la minería son varias las palabras que debíamos seguir usando no sólo en el léxico oral, sino en el escrito tales como “cancha”, cancha mina, cancha ingenio, cancha de futbol, etc. Otras de las palabras usuales es la qkepirina hecha de bolsas de envase de anfo hoy, ayer seguramente de los sacos barrilleros de lona. El chasqueo o esparcir mineral. Chacanear o chicanear proveniente de chacnani muy afecto a los huayralevas. Sallerio a una especie de granza de piedra que los geólogos la conocen bien o Ingenio que ahora ya nadie llama así a la metalurgia de la concentración de minerales y se empeñan en llamar Planta Concentradora como si la palabra fuera la que da tecnología de punta. Mayordomo con todas las implicancias que pudieran significar en la estructura administrativa de la minería nacional o de empresas mineras constituidas, sin embargo de ello apuntar que los encargados de la tecnología minera prehispánica eran lo que ahora diríamos los ingenieros de ayer que no sólo era la experiencia sino la escuela formal que seguían para estos menesteres. Seguiríamos abundando, no sólo en el diccionario mencionado sino en otros que traen a bien, varios usos de palabras que hoy por hoy se nos pierde y con ello también la identidad de una minería boliviana.
Corresponde pues a los mineros, en especial a la “U”, los entes gubernamentales y no gubernamentales realizar un diccionario sectorial de cuya normativa podríamos rescatar varias palabras venidas a menos.
Nota: con las disculpas de los lingüistas y otros leídos en la ortografía por los horrores y errores de la escritura en español como del quechua.
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