Discurso por el XVIII Premio a la Cultura Club de La Paz galardón otorgado al académico – periodista Armando Mariaca Valdez
30 may 2011
Conclusión
La cultura hecha incultura es letal en sus consecuencias para la esperanza, la existencia y vida de los pueblos. Así, podemos concluir en que el conglomerado humano vivió con la esperanza de encontrar rumbos ciertos para el desarrollo y el progreso porque cada generación quiso que cada país se ponga a tono con naciones que teniendo menos riquezas para explotar e industrializar, han logrado superar sus males y han derrotado a la pobreza, combatieron las enfermedades e hicieron que el peregrinar por la vida sea llevadero y promotor de mejores condiciones para una vida digna. El pueblo, nuestro pueblo especialmente, vivió ilusiones y esperanzas con gobiernos legales y dictatoriales que prometieron, a su turno, dar solución a problemas ancestrales; sin embargo, la realidad vivida se impuso y el fracaso, la dejadez, el nomeimportismo acompañado de muchos yerros, fueron los resultados. Lo poco que hicieron se diluyó en el tiempo y como nunca se encaró seriamente las dificultades, la brecha de los males se hizo mayor. Hubo virtudes y errores en las conductas y como se dejó que el mal se sobreponga al bien, siempre se dejó abiertas las heridas para que el siguiente régimen pueda restañarlas. Grandes ideas, buenos propósitos y sanas intenciones fracasaron por debilidades y carencia de virtudes. Así, de gobierno a gobierno, quedaron urgencias de cambio, de renovación de conductas, necesidad de tomar conciencia de país y tener vocación de servicio. Cada partido o grupo con poder, impulsado por corrientes populistas, sólo insufló esperanzas que se diluyeron.
Cultura es, pues, la expresión que define los logros del ser humano; es medio para contar con el respeto a nuestros derechos que hacen del saber modos de vida y medios de superación. Cultura se antepone a la incultura creída de que el hedonismo se sobrepondrá a los valores. Cultura es la libertad de exigir del gobierno conductas acordes con la Constitución y las leyes o sea el cumplimiento de lo que juró y de lo que pregona a diario y hace lo contrario. Cultura debe ser, con todas sus manifestaciones y expresiones, el término o medio que una a la familia boliviana bajo la premisa de que todos somos hijos de la misma patria, alejados de racismos y complejos que han sido diseminados por quienes buscan la imposición de doctrinas ajenas a las urgencias y necesidades del bien común; cultura es, finalmente, la capacidad que tenemos de amar, de vivir en libertad y de exigir que el gobierno gobierne al Estado, que se respete la independencia de cada poder y que la Constitución y las leyes sean conductores de la vida nacional.
Los acontecimientos políticos, económicos y sociales que nos ha tocado vivir, obligan a entender que toda acción de las autoridades es entendimiento y sentimiento en las culturas del pueblo, que nada es soslayable porque no hay poder que evite el sufrimiento ni impida las esperanzas que, para cambiar lo mal hecho en más de cinco años, es preciso renovarse con humildad, abandonar la soberbia y encarar una gestión donde se administre y se sirva al Estado, no sólo por conveniencia del pueblo sino para acrecentar las libertades, la justicia y los derechos y emprender la batalla contra la pobreza mediante un desarrollo donde las culturas o el bien logrado por todos sean los medios imperecederos de conductas honestas y responsables.
El premio a la cultura, ya otorgado a 17 personalidades en el pasado y que hoy recibo en su versión Nº 18, es síntesis del espíritu que tiene el Club de La Paz; es, lógicamente, el espíritu y coraje de la cultura ensamblada en las Academias de la Lengua, la Historia y las Ciencias. Este premio es un mensaje y un legado para producir cambios, para tomar conciencia de nuestras realidades y sentir que el espíritu no declina y refuerza el coraje y los propósitos para hacer lo que no se hizo, para decir lo que siempre se debe expresar usando libremente el bendito don de la palabra que sea denuncia, crítica y práctica de valores con la esperanza de que se entienda que este país es de todos los bolivianos donde las diferencias de clase y racismos retrógrados son semillas que se diseminan con miras a la división, cuando sabemos que sólo unidos podemos hacer realidad las esperanzas y alcanzar, conjuntamente, un desarrollo armónico y sostenido con las bendiciones de Dios.
Gracias a todos ustedes, que Nuestro Señor nos bendiga porque con El podemos alcanzarlo todo…
Armando Mariaca Valdez
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